( capítulo octavo )
En la grisura de aquellos tiempos antiguos y étnicos no siempre había agua corriente, ni caliente, ni constante, ni al instante. La hornilla de carbón de la cocina calentaba el agua de un depósito encima de ella colocado. Muchos y muchos metros de pasillo desde allá hasta la bañera. Tuberías de plomo o de hierro, que no de cobre. La alcachofa de la ducha cegada por la cal del agua. Cortes de agua. Restricciones de posguerra. Una tardenoche pregunté:
- ¿Por qué sale agua marrón del lavabo?
- ¿Por qué sale agua marrón del lavabo?
- Son las obras del Canal de Isabel dos palitos, respondió la yaya.
Así llamaba mi aña a Dª Isabel II. Se conoce que los naturales de Ventas con Peña Aguilera no saben de números romanos, ni falta que les hace. La yaya Sagrario utilizaba un argumento inapelable y contundente para obligarte a llevar la ropa interior siempre limpia:
- ¿Llevas puesta la muda que coloqué anoche al pié de tu cama? ¿Y si te pasa cualquier cosa en la calle?
Me gustaba cuando balaba la ovejita ¡¡beeee!! y yo le contestaba ¡¡baaa!! En suma, lo que pudiéramos considerar como una inteligente conversación. Me sabía a musiquilla celestial ese dulce balar. Todavía lo echo de menos. Mi ovejita y yo éramos niños limpios que olíamos a rosas del campo. Su lanilla era más suave que el vello de una cabra de Cachemira.
Oía yo rezongar al cuerpo de casa sobre mis costumbres y aficiones, murmullos que arreciaban cuando la oveja dejaba sus cagarrutas en el pasillo o donde le diera la real gana. El mayor disgusto de mi infantil infancia me lo propinó mi padre cuando decidió, en la octava de Reyes, que ya estaba bien de contemplaciones y de pamplinas y que la oveja fuera enviada por Auto-Transportes Andalucía al convento de las monjas clarisas capuchinas de San Antón, en Granada capital. ¡A saber en qué asiento me la acomodaron para aquel viaje sin retorno! ¡Probetica!
Qué manía tenían y tienen las mujeres "de antes" de que se llevase la muda limpia "por si te pasaba algo en la calle"...vamos, que la higiene personal era una pamplina en comparación con el cotilleo de la vecina del cuarto.Ayyy!
ResponderEliminarMi más sentido pésame a tu infancia por el billete a ninguna parte de Copito de Nieve ( por cierto, no nos has dicho cómo la llamaste).
Mi mayor disgusto infantil también me lo dieron mis padres, no por la desaparición de ninguna ovejita sino por la desaparición de los Reyes Magos cuando me dijeron que eran ellos los que siempre habían ocupado el trono... :-(
Fantástico relato, Manuel, como siempre. Créeme que tienes el don de transladarnos a nuestra infancia a tu antojo y cuando te place.
Muchos besitos.
MARISA, REINA MORA:
ResponderEliminarEL NOMBRE DE MI LUCERITA...YA VENDRÁ...
NUNCA LE PERDONÉ A MI SEÑOR PADRE SU DECISIÓN...HOY EN DÍA LE HUBIERA DENUNCIADO AL DEFENSOR DE LOS CORDERITOS...
AGRADEZCO TUS PALABRAS...FRUTO, SIN DUDA, DE TU INTELIGENCIA, QUE NO DE TU CARIÑO...
¡NO DUERMO BIEN SIN MI LUCERITA!
Te he leido y me he quedado maravillada de tus descripciones, me has llevado a leerte desde el principio. Las secuencias son perfectas y haces muy amena la lectura. felicitaciones! Un abrazo.
ResponderEliminar¡GRACIAS MIL, MI BELLA ALMA MATEOS! CREO QUE LA ESCRITURA DEBE SER EVOCADORA Y...CONCISA...
ResponderEliminar¡LOS GRUESOS Y PEDANTES LIBROS, DEBEN SER LEÍDOS POR GRUESAS Y PEDANTES PERSONAS!
DE NUEVO: SOY DEUDOR DE TU GENTILEZA...
ABRAZO DE ESCRITOR A ESCRITORA.
Pobrecita la oveja lucera , nunca más supiste si las monjas la dejaron para que diera leche o la asaron al horno je je , ve tu a saber que lo que hicieron con ella tu tierna corderita, que disgusto y que vacío tan grande te dejo en esos momentos o días de tu vida infantil, menos mal que con el tiempo no te dejo trauma querido amigo y solo buenos recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo de MA para ti y un gusto leer tus capítulos espero el siguiente ya.
¡CUÁNTA AMABILIDAD, MARI ÁNGELES!
ResponderEliminarNO CREAS QUE LO HE OLVIDADO DEL TODO...MI PADRE...NUNCA VOLVÍ A VERLO COMO ANTES DEL PRESUNTO OVEJICIDIO...SI NO ME ENCIERRAN EN EL CONVENTO DE LAS PUÑETERAS MONJAS, SEGUIRÉ ESCRIBIENDO ESTA HISTORIA, QUE ES PARA TÍ Y PERSONAS SENSIBLES COMO TÚ...¡GRACIAS!
"Canal de Isabel dos palitos" :-)
ResponderEliminarTan cercana y suave es tu forma de narrar, que he conseguido ver hasta lo que no estaba escrito. Eso es magia ¿no?
Me ha encantado.
¡ES LEER CON EL CORAZÓN! EL MÉRITO ES TUYO...¡GRACIAS MIL!
ResponderEliminarManuel:
ResponderEliminarJuegas con la parte infantil de mi mente plasmado tan detalladas y grandiosas evocaciones... suaveee lana, piel de oveeeja perfumada.
Lo de la ropa interior me trajó a la mente una plática de mi abue, que me contaba que incluso la almidonaban... pulcritud ante todo, muy sano pero, a veces tocaba la obsesión o no?
Otro beeeso...