lunes, 28 de junio de 2010

LA NOCHE MÁS ORIENTAL IX


( capítulo noveno )

Llegado que fue el verano siguiente, nada más desembarcar en Los Cipreses, en la vega de Granada, decidí ir a casa de las monjitas por ver de abrazar a mi lucerita, a quien había puesto de nombre Guillermo, por cariño al proscrito personaje de Richmal Crompton. Infeliz de mí, no daba importancia a los caracteres diferenciales de una oveja macho respecto de los de una hembra y parece que en mi casa tampoco eran duchos en ese arte. Oséase, que podía ser Guillermina. Ya he contado que en mi familia las cosas del sexo no se explicaban porque eran pecado. Y los pecados no tienen explicación, teologías aparte.

Con tata Mariana agarré un tranvía en la parada del Cerrillo de Maracena y, después de trasbordar en la avenida de Calvo Sotelo, me plantifiqué en la calle Recogidas para dar un beso en los morros a mi Guillermina. Con la recta intención, eso sí, de preguntar luego por tía Emilia, conocida en religión como Sor Emilia de Granada.

Esto último me daba cierta fatiga porque, como era monja de clausura, de las fetén cinco estrellas, las visitas se perpetraban en una salita encalada, donde había una oquedad guarnecida con tres o cuatro barreras de rejas, la última de las cuales, esto es, la más cercana al visitante, tenía unos pinchos de tamaño natural. No estoy tuerto hoy en día porque, prudente de mí, cubría con un pañuelo de hilo egipcio el pincho más cercano al ojo que mantenía abierto. El otro ojo quedaba cerrado y sin luz hasta bien terminada la visita. Sale mejor comprometer un cincuenta por ciento de tus capacidades, antes bien que el cien por cien.

Mi tía era bajita, es decir, enana, lo que dificultaba aún más su reconocimiento sin ningún sistema de ayuda técnica para la navegación. Sor Emilia debía tener su guasa, pues una tarde, entre un ora pro nobis y un miserere nobis, preguntó a mi madre si yo era tuerto de nacimiento o sobrevenido.

Total que hoy es el día, cuarenta años después del asesinato antropofágico de mi Guillermina, en que no he conseguido que nadie de la familia cante la gallina. Digo yo si será cosa de la ley de la “omertá”, como en la mafia. Pero a mí nadie me la da con queso, pues sé muy bien cuántas púas tiene un peine. Sostengo que la oveja fue engordada por las monjitas, quienes se la jamaron tal que el día del santo de la madre abadesa. Si alguien tiene prueba en contrario, que la aporte ahora o calle para siempre. ¡Anda que no le dieron matarile! ¡Mucho voto de pobreza, castidad y obediencia y qué falta de consideración con un niño de la infancia!

7 comentarios:

  1. Qué disfrute era leer a Guillermo, por más que ahora quieran dejar a Richmal Crompton a la altura del betún. Siento decirte que las monjitas se comieron a Guillermina. Comprende y perdona: ellas hicieron lo que cualquier ser humano pre-greenpeace hubiera hecho con un hervíboro. La vida es muy dura, acéptalo y olvida.

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  2. Es verdad Manuel antiguamente casi todo era pecado,por no decir todo en cuestiones de moral, en todas las casas de bien.
    Lo que te comente en el anterior capitulo , y tu intuías la pobre ovejita , lucera o Guillermina que me gusta más el nombre en femenino , termino cocinada y puesta en bandeja en la mesa de las monjas o de los curas jeje , menudo fiestón ...y eso que nos decían cuando niños que no mintiéramos.
    En casa del herrero cuchara de palo jeje.

    Un abrazo de MA para ti.

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  3. Te puede reconfortar el pensar en que Guillermina acabó en santos, católicos y apostólicos estómagos, que no en estómagos del vulgo.
    Y digo yo...si las monjas de clausura hacen voto de recogimiento, de no salir a la calle, al mundo exterior ¿por qué los refectorios están repletos de rejas gruesas y en tu caso nada menos que con pinchos? ¿o es que temen que se vayan a escapar? Con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho...
    Un beso sin rejas.

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  4. ARQUÍLOGO DE PAROS ESCRIBIÓ,650 AÑOS ANTES DE CRISTO, "SÓLO SÉ UNA COSA IMPORTANTE: RESPONDER CON DAÑOS TERRIBLES A QUIEN DAÑOS ME HIZO". AMALTEA, NO SOY COMO EL POETA GRIEGO, MERCENARIO Y BASTARDO ( PALABRA MUY DEL GUSTO DE GUILLERMO ). PERO...ME CUESTA PERDONAR Y ME RESULTA IMPOSIBLE OLVIDAR A MI LUCERA. AMALTEA, SÉ QUE TÚ ME ACONSEJAS BIEN, PERO...¿POR QUÉ LAS MONJITAS NO SON VEGETARIANAS?

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  5. AMIGA MA, ¡QUÉ PUTADA ME HICIERON! EN EL VERANO SIGUIENTE, EN LA VEGA, ADOPTÉ UNA PRECIOSA CHOTITA NEGRA. PERO EN OCTUBRE LA DEJÉ EN LA FINCA...EN MADRID NO HAY MÁS ANIMALES QUE MI FAMILIA, VECINOS Y LOS AFICIONADOS AL FÚTBOL...

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  6. MARISA, ME ESCAMA UN CIERTO TONILLO DE GUASA ENTRE MIS LECTORAS...PUES NO HE DE CALLAR...SEGUIRÉ CON MIS RECUERDOS ¡NO SE HAN ACABADO MIS MADRUGADAS EN VELA! TE ABRAZO

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  7. Manuel:

    Noooo! Ni siquiera su identidad desconocida de Guillermo, siendo Guillermina la salvaron de ir a parar en "sacros estómagos" y donde quedo la justicia divina al sentir de su amigo humano...?
    Trágico!

    Un beso.

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!