martes, 30 de noviembre de 2010

EN DUBROVNICK... con mis colegas ( Final )


Segunda parte

Anoche, de vuelta en el hotel, un enorme y viejo velero de dos palos y casco de madera estaba fondeado frente a mi habitación. No había luz en cubierta, ni música ni champagne, ni tías en paños menores subidas por las cofas de los airosos mástiles. Esta mañana abro el ojo y busco el barcote. Zarpado había ya…y ¡no eran ni tan siquiera las ocho de la hora solar!

Si los ricos y famosos que navegan a bordo glamourosos yates por los mares adriáticos se acuestan cual chachalacas y se levantan como campesinos, ¿para qué coños quieren ser ricos y famosos? Los ricos, para cumplir con su función social, deben ser holgazanes, lujuriosos y pantagruélicos. Así dilapidarían en horas veinticuatro sus caudales, y algo nos llegaría a los infelices mortales que viajamos enlatados en líneas aéreas de bajo coste.

La chica de Estonia coloca su ordenador personal a medio palmo de sus bálticas narices. Yo hago fotos al mar y a Dubrovnik con mi pequeña cámara compacta, así llamada sin que yo sepa la razón. Mi compadre croata es un monstruo de la palabra. Sabe todas las lenguas. “Idiomas y talentos” decían antes los rótulos de las carnicerías que vendían lenguas de reses y sesos de corderos. Se me hace raro escuchar a Mario Moreno Cantinflas disertar sobre las normas internacionales de contabilidad. ¡Qué discurso habría hecho el manito original, no más!

Comparto mesa y buffet con los colegas turco y albanés. Los alimentos, bien gracias. La conversación genial. Ellos en inglés y yo en francés. ¿Fingíamos entendernos o lo hacíamos realmente por intercesión del Espíritu Santo?



( foto tomada por el autor con móvil )

Mi colega Ulla, de Suecia, me pregunta, atenta y curiosa, sobre lo que escribo en mi block con tanta unción. Le digo que preparo una importante reunión para el lunes, a mi regreso a Madrid, cuando la pura verdad es que tomo notas para mis blogs y para vosotras, mis improbables lectoras. La mujer francesa, de apellido Obolensky y de familia rusa blanca, se ha escaqueado de la reunión de la mañana. Acabo de pillarla sudorosa y contenta, con compritas y paquetitos repletos de souvenirs. Todos amamos las pellas, pero algunos las practicamos con más arte que otros. ¡Vamos que, si yo me fumo una reunión, no se entera ni Dios es Cristo de que estoy dándole a mi tarjeta de crédito, que en mi caso es más bien de débito!

De nuevo en casa certifico que los pájaros de mi calle son más pequeños que los croatas. ¡Mis colegas creían que eran golondrinas! Si serán pendejos…menudos y con la pluma parda: ¡eran como gorriones porque se trataba de gorriones dálmatas, que también son criaturitas de los cielos!

María, la austriaca, se lesionó una rodilla en la excursión adriática náutica. Un servidor se trajinó a fondo las callejas y plazuelas de Dubrovnik, por el lado soleado de cada rúa. Me topé con varias bodas en iglesias católicas. Curas y monjas, apostados en las escalinatas, recibían a los novios, siempre engalanados con trajes regionales. En cuanto te descuidas entonan canciones con laúdes, mandolinas, bandurrias y acordeones. Cantan y beben, y me convidan a vino resinoso al paladar.

¡Ah! Los cuatro casinos que hay en Croacia son de los hermanos Franco, gallegos ellos. Y el director del casino del hotel Excelsior en Dubrovnik es de Murcia. Se come bien por allá, por Croacia. Verdura, ensaladas, pescado y pasta. También en Murcia se come rico.

Me regaña un artesano local. Vende joyas de azabache. También prendas con granatitas. En su tiendecita, reparo en una vitrina con monedas antiguas de la república de Dubrovnik. Preguntado por ellas, el dueño se puso muy digno y me dijo que hay cosas que no se venden, que llevaban seis generaciones en su familia y que había hecho prometer a su hijo que jamás las vendería. ¡Qué bronca! Yo sólo quería un recuerdo numismático y, por ende, comparto con el colérico vendedor su creencia de que el cariño verdadero ni se compra ni se vende. Ingenuo que es uno.

martes, 23 de noviembre de 2010

EN DUBROVNIK con mis colegas y otros bichos


Mi lumbago y yo viajamos a Croacia. En el hotel de Dubrovnik pregunto por la sala de reuniones. Me atiende una croata maravillosamente guapa. Por la terraza que da al mar pasea otra damisela preciosa. Hoy puede ser un gran día ¡Duro con él! Asisto a una reunión del Comité Ejecutivo de la Federación de Coolhunters y Trendsetters de la Unión Europea.

Mr. Gally (Reino Unido) lleva la libreta Moleskine -un taccuino legendario- que yo intenté comprar en Vinçon, en modelo equivocado. En vez del ruled notebook me llevé el japanesse pocket album. Entra en juego una traductora que habla francés peor que yo: no se entiende un carajo.

En la habitación han dejado como regalito un Penkala, Budapest. Es el “lápiz mecánico” más antiguo del mundo (1911). Es precioso, pero no acierto a comprender su mecanismo que, por otra parte, parece escueto. Me dediqué a las letras porque soy incapaz de desentrañar el mecanismo de un chupete.

Navegan barquitos para turistas. De cascos elegantes, de madera, achatados, viejos.

M. Guido (Bélgica) no sabe hacer funcionar el micro. Que no le funciona el aparato, vamos. Sólo hay uno por banda. Y la mesa es enorme. Toma la palabra Mario Moreno Cantinflas, de Chipre.




La isla de enfrente está cubierta de cipreses, pinos, olivos e higueras. De genistas que estallan de amarillo. Y de lentiscales.

Observo a mis colegas y a otros animales presentes en la sala. El polaco: Jerry Lewis; la francesa: la gorda se duerme; el irlandés: un peso pesado, la gran esperanza blanca; el islandés: se quita los zapatos y encima le pago el taxi; el danés: le ha dado “un aire”, se ha quedado horas con el brazo levantado y un boli en la mano, no para pedir la palabra, es un aire, confirmo.

Ya es mañana, y hoy va de trabajo con los países asociados a la Unión Europea. Albania, Bulgaria, Rusia y otros. Rumania también. Mi colega rumano ha viajado once horas seguidas en bus. Supongo que el vehículo tendría retrete. Es “clavaíto” a Ceaucescu, quiero suponer que en lo físico solamente. La chica búlgara tiene rasgos orientales y es estática como la Preysler

Hace bochorno, tal vez para compensar el frío de anoche durante la cena en una terraza abierta al mar Adriático. Las voces de los cantores croatas eran preciosas, bien timbradas y con tonos que se doblaban y superponían.

He advertido a la asociación croata que me borre del programa náutico de mañana sábado. El “jodío” lumbago me dejará en tierra. No pienso mandar a mi espalda a luchar contra los elementos.

Trust and credibility. Todos los países presumimos de códigos de buenas prácticas, precisas legislaciones antiblanqueo y contra la competencia desleal, de severas leyes y lindos códigos de buen gobierno. ¡Qué bonita es Barcelona, perla del Mediterráneo! ¡Y los pajaritos cantan y las nubes se levantan!

Independencia. Professional ethics. Mercados libres autorregulados por una sana competencia. ¡Viva España! ¡Transparency!

viernes, 12 de noviembre de 2010

Amenazas que acechan al escritor


( Ilustración de Elsa Suárez Girard )

"Uno tiene siempre que bordear dos amenazas: ser sentimental sin ser cursi y ser dramático sin ser patético. ¿La clave? El humor, que ayuda a no traspasar la línea sentimental ni la dramática. El humor y el drama están unidos de un modo espontáneo. Eso es muy antiguo. Y detrás de todo eso acecha el absurdo, que es el verdadero fondo sobre el que se proyecta todo." 
LUIS LANDERO

miércoles, 3 de noviembre de 2010

LA NOCHE ES GRIEGA


Primera parte

Vuelo IB-3882

Vuelvo al lápiz y papel. Escribo en el avión que me lleva a Atenas. Atracaré a las mil y monas, pues a la horita del acostumbrado retraso, debo sumar otra más por el local time de Atenas.

Manduco en la aeronave mi magra y sosa comida de dieta y me echo al coleto la botellita de aceite de oliva virgen extra Carbonell que me dona Iberia. ¡Gracias! Son 20 mililitros de aceite y no quiero desperdiciarlos chorreteando el plato. Para que se lo beba el lavavajillas, me lo trinco yo hocico abajo.


El periódico de a bordo me cuenta que en Venezia hay un “psicópata cultural” que da martillazos a obras de arte hasta donde su brazo alcanza. Parece ser que el muy cabronazo elige bien y sabe mucho de escrituras sagradas. “Ataque a martillazos contra Venecia” intitula así El País. Hombre, tampoco conviene exagerar, que dijo Sara Montiel. La policía cree que es un hombre alto, porque un señor bajito no podría golpear con comodidad hasta donde el vándalo lo hizo. ¿Y si se sube a la chepa de un colega? ¿Y si lleva una escalera plegable de IKEA?

Mañana tengo cita con mi amigo Demetrios Mantzounis. Nos mandamos mensajes electrónicos cada uno en nuestra lengua. Me divierte intentar descifrar el griego moderno, que del clásico me acuerdo bastante, puesto que, en el antiguo bachillerato de letras, me estudié tres cursos completos de griego con los libros del sabio Adrados.

Volamos al 78 por ciento de la velocidad del sonido. Son 2.500 kilómetros los que separan Madrid de Atenas y gastaremos 9.500 kilos de combustible, dice el Sr. Comandante de la nave. Madrid-Valencia-Palma-Cerdeña-Crotone-Keffallinia-Agrinion-Atenas. A treinta mil pies de altura.

Luna casi llena sobre las nubes. El tinto Beronia crianza 2001 no está mal. El “joróscopo” de hoy me vaticina “mal talante”. ¿Qué puedo hacer contra la conjunción astral? Los cefalópodos -del griego kefalí, cabeza y podós, pie-, son los invertebrados más inteligentes y grandes que se conocen. Lo dice el director de los museos científicos de A Coruña en el periódico que me estoy aprendiendo de memoria.


Se me olvidó que me olvidé contar el quilombo acontecido antes del despegue. Al subir al avión, sentado ya en mi “seat”, se armó una buena zaragata, muy bien manejada, por cierto, por la sobrecargo de Iberia. Una señora, bien entrada en carnes, intenta subir a bordo un chisme de gran volumen. La aeromoza explica cortés, fría y metódicamente que el bulto no cabe en los compartimentos. La excesiva pasajera dice que es una nevera con ¡órganos vivos! ¡Conmoción! Examen de documentos. De órganos, “nasti”, que diría un chuleta. Se trata, finalmente, de una nevera con medicinas. Paso libre a la gorda y a sus legales drogas, que se aleja maldiciendo por el pasillo: “que no se vea usted en situación como la mía...”.

Recuerdo que, de muchacho, me impresionó la malaventura que oí en mi barrio de boca de una gitana. La nieta de los faraones gritaba a un payo: “mal de ojo te dé Lucifer y así revientes como un sapo...”.

Llevo casi tres horas en el avión. ¡Qué “hartura”! En el video de a bordo sale un documental sobre La Habana. Mi abuelo Valeriano trajo de la guerra de Cuba “las fiebres”, que al fin y a la postre le mataron. Sería la fiebre amarilla, digo yo. Quiero volver a Cuba. ¡Mi Cuba es un bello jardín!

La mitad del pasaje ha volado en una pura dormidera. Yo estoy ahora mucho más despierto que lo estaré mañana a la hora de levantarme. La señora de mi lado tenía el pelo cardado y roncaba como un Messerschmitt.



ZZZZZ... ZZZZZ...