domingo, 11 de enero de 2015

Consejos para los pobrecitos ricos



( Manet. Olimpia )


Primero



En tiempos de crisis, queridos hombres blancos de ojos claros, gastar sin piedad no es de mal tono. ¡Que ardan las pérdidas en los balances de las sociedades que tenéis domiciliadas en paraísos fiscales! Dejad que falsas bancarrotas, productos de la ingeniería financiera, se acerquen a vuestros cotos de caza en Andalucía, Extremadura o La Mancha, no vaya a ser que las declaraciones a la Hacienda Pública os salgan positivas. ¡Qué ordinariez!


Segundo


Es de mal gusto vender obras de arte para pagar facturas del sastre o del carnicero. La Olimpia de Manet consuela muy mucho cuando se contempla desde la taza del excusado, máxime si ella está forrada con pan de oro.


Tercero


En los foros internacionales, sostengan ustedes, impasible el ademán, que la situación universal nada tiene que ver con la exhuberancia irracional y la codicia de quienes manejan los globalizados mercados bursátiles, financieros e inmobiliarios.
Si algún despistado pregunta por la génesis de las hipotecas basura en USA, limítense a contestar engolando la voz:
-Esto, bueno, ahí hay de todo. Los productos estructurados han ayudado a engrasar los canales de distribución del crédito.


Cuarto


En las cenas de caridad, a mil dólares cubierto, para ayudar a la cría en cautividad del esturión persa, repitan que confían, a ojos cerrados, en que los buenos tiempos de la especulación fácil y del corruptor ladrillo pronto volverán, “cuando ganen los nuestros”.

Quinto

Sean solidarios. Ayuden a la recuperación económica y sustento diario de los pobres. No se trata de dar trabajo, no. Abandónense a su natural hedonismo. De cuando en cuando, una buena juerga con sexo y “velinas” berlusconianas, champagne y caviar a go-gó, se apaña con unas decenas de miles de eurejos y…¡siempre caerán migajas para el pueblo!


Sexto


Matriculen a sus cachorros en la universidad privada más cara del mundo mundial. Antes, asegúrense de que, en ella, los profesores de ética de los mercados tienen claro que el capitalismo es bueno, justo, equitativo y necesario. Y, ¡por el amor de Dios!, sobre todo, sobre todo: ¡de que enseñen bien clarito que nadie debe controlar a las libres fuerzas del mercado!
Siempre existirán manos invisibles que se forren a costa de la plebe. ¡Faltaría más!



(fotos del autor)