domingo, 27 de diciembre de 2015

Año Nuevo


Año Nuevo                                       

La verdad empieza en el cuerpo. Cada día, una vida. 
Pero ¡cuidado! Que la vida no es lo que se lee en los periódicos. Ni en internet. Las apariencias no engañan. 
Deseo un buen año 2016 para todos vosotros.

Manuel María Torres Rojas.


Foto Masao Yamamoto.

domingo, 20 de diciembre de 2015

Navidad y Año Nuevo


Navidad y Año Nuevo                                                   

La mejor celebración de estas fiestas es siempre la más perfecta normalidad.

Ello es lo que te deseo ahora y también para todo el 2016.

Cada día, una vida.

Abrazos

Manuel María Torres Rojas


(foto M. Yamamoto)

domingo, 22 de noviembre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria VII


( capítulo séptimo y final )

Granada: mi niñez con mi memoria (capítulo final)                                  

Al dar las once el capataz cumplió con el rito de las noches de verano pasando a la Casa Grande para dar las buenas noches. Preguntó:

-Ama ¿será inanormal el señorito?

Me gustó su diagnóstico, que por prudencia formulaba en interrogación. Prefiero ir solo como el espárrago antes que nadar en cardumen. ¡Me niego a ser más tonto que un hilo de uvas!

Mi madre contestó:

-Frasquito, ¡válgame Dios! Sus gallinas han estropeado en la siesta mi macizo de dalias en flor. ¿Quiere usted una taza de café?

Mi padre pidió la caja de tabaco de picadura y ofreció a Frasquito. Era buen tabaco, de hoja y de contrabando gibraltareño. Mientras los mayores liaban sus cigarros con parsimonia y papel Bambú, mis hermanas me comprometían con señas y dengues. Querían saber sí, y cuántas veces, había hecho aguas mayores y menores en el aljibe, durante mi encierro experimental. ¡Qué jodías las crías!

Pedí permiso para retirarme a mi habitación, que obtuve tras recibir la bendición materna junto a la señal de la cruz en la frente:


-Que la Virgen y los santos te acompañen, hijo.

Dormí hondo y de seguido. Soñé con ellos. Son buenos y se comen las larvas y los gusanos del agua. No molestan, no gritan y no abusan de los más débiles. El gitanillo se alejaba por la plaza de Bibarrambla cantando:

¡Galápagos para el aljibeeeee!

Al abrirse el día escondí en el horno del secadero de tabaco el cráneo y la tibia que, humanos fósiles, había subido del fondo del aljibe. Siempre se ha dicho que cada familia guarda un cadáver en su aljibe. Los restos de nuestra momia tribal, míos son porque están aquí, en mi escritorio. Me advierten de dónde vengo, a dónde voy y cómo se las gasta mi gente.

Mi mesa de escribir, mi cuarto-leonera, mi perra y los huesos con mi propio ADN son los únicos juguetes que tengo. Con ellos me encierro, a solas, para escribir variaciones sobre el mismo tema.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria VI



( sexto capítulo )


Los de la casa grande me buscaban a gritos. Con los ojos cerrados, no oía las voces, sólo sus ecos, que nada significan cuando estás aprendiendo a sobrellevar la fútil inconsistencia de la vida y costumbres de los hombres hechos.

A la tercera noche salí trepando por la soga del pozo que amarra el cubo y se enrosca en la garrucha. Me senté a cenar, envuelto en colosal albornoz de mi abuelo, en un extremo de la apostólica mesa de la sala de comer de la gran casa granadina.
Con cara de vinagre, padre me dijo:

-¿Probarás también a vivir en el estanque de cocer el lino?

Callé. El ambiente no estaba para ser sincero. Y el agua del estanque del lino olía a huevos podridos. Además, trazados estaban ya los objetivos, la estrategia y los planes tácticos del verano siguiente. Se trataba de conocer los aljibes de las caserías vecinas, pero sin tocar tierra.

Estaba convencido de que ello era posible utilizando la red de acequias planificada por los árabes. Tampoco descartaba la existencia de túneles secretos que uniesen entre sí los viejos aljibes del tiempo de los moros.

Abonaba mi tesis la circunstancia de haber comprobado, en mi encierro de espiritual terapia acuática, la existencia de una boca de túnel del que sólo me atreví a recorrer unos metros, pues su inclinación descendente hacía que enseguidita quedara uno por completo sumergido. Para avanzar hubiera necesitado gafas de bucear, una bombona de hombre rana y una linterna sumergible. Tres utensilios que no eran fáciles de obtener en la postguerra, si bien yo confiaba en que, con buenas notas y la ayuda financiera de un tío mío que había explorado en su juventud las fuentes del Orinoco, la empresa fuera factible. Vamos, que a no tardar pudiera comprar las tres vainas esas.


domingo, 8 de noviembre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria V


(el autor en Helsinki)

( capítulo quinto )

Imité su quietud. Si dejas que tu sangre baje a 35º, ya no tienes por qué moverte ni pensar ni desear. Las ondas del agua reverberaban en la bóveda negra que sirve de cielo a las tortuguitas de pozas y aljibes. A la noche segunda la luna en lleno de septiembre estalló en la caverna de agua. Entraba por el brocal del pozo y se rompía en mil luminiscencias espectroscópicas. Me sentí aupado hasta las estrellas a pesar de estar tieso como un ajo.

Los beneméritos Quintero, León y Quiroga calcaron mis lunáticos sentimientos de aquella noche en su copla, gloria bendita y de gran nombradía, “Ay pena, penita, pena”:

“Si en el firmamento poder yo tuviera,
esta noche negra lo mismo que un pozo,
con un cuchillito de luna lunera...”

No vi peleas ni injurias. Nadie se querellaba contra sus semejantes. Las larvas eran engullidas, pero siempre dejaban algunas para ser fruto adulto. Aunque éste fuera un cabrón de zancudo que alargaba la vigilia de la larga noche de un niño ya de por sí en vela. De zagal sabía que nunca un mayor ayuda a conocer lo que importa. Enseñan lo accesorio. Obligan a practicar lo secundario. De lo principal se encargan las añas, el amigo que fuma y cambia revistas de señoritas en cueros y, más tarde, las mujeres del arte horizontal.


( óleo de George Owen Wynne Apperley, Ventnor, Isla de Wight, Inglaterra, 1884 – Tanger, 1960 )

domingo, 1 de noviembre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria IV


(el autor en la Casería de Los Cipreses)

( capítulo cuarto )

El hambre se me fue con el frío. Azules los labios, azules las uñas. Sueños azules también: me cristianaban tanto por sumergimiento como por efusión e, incluso, por aspersión, y la agüita de la fuente del Avellano me convertía en un luterano panteísta con cabeza de evangelista. Si dejaba de soñar en azul y volvía el hambre roja y el verde frío, movía los brazos de delante hacia detrás tres mil veces y me venía la paz.

Había determinado pasar tres días, con sus noches, en el húmedo seno de nuestro viejo aljibe. Al final de la prueba los galápagos y yo no teníamos secretos, salvo los compartidos. Aprendí que comen las larvas de los gusanos de agua y de los zancudos y jejenes. Que duermen más de un cuarenta por ciento de cada ciclo de cuarenta y ocho horas, apoyando el claro envés de su caparazón en el poyete que rodea el rectángulo de la doméstica agua. Hacer el amor no les vi, pero deduje que se acoplan como todo el mundo, moscas incluidas. Doy fe de que su cortejo nupcial es difícil de presenciar.

Lo que aprendieran los quelonios chiqueticos de aquel muchacho iluminado y obstinado, enjuto y ojeroso, triste y ascético, de ojos brillantes como los de un derviche, sólo ellos lo saben, que algunos viven todavía. Así lo creo porque hace poco reincidí contumazmente en el experimento de antaño. Reconocí a los de mi generación. También ellos a mí, como denotaba el brillo de sus ojos.

domingo, 25 de octubre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria III


( capítulo tercero )

Palpé mi cuerpo con la destreza que presta la intimidad de la infancia con costalazos, magulladuras y otros herimientos. Nada grave me ocurría. Sentado de culo y con las patas cruzadas estilo yogui el agua me llegaba a las tetillas. Fría como un nevero de la Sierra Nevada.

Una vez que pude ver en la oscuridad como sólo gatos y niños sin dioptrías pueden hacerlo, ¡tate! allí estaban, en aquel acuario para ciegos, las cabecicas de los galápagos, por cima del ras del agua de esa catacumba. Dos ojos, un pico boca y el lomo córneo del caparazón. No me preocupó contar si había muchos o pocos. Eran suficientes y bellos. Nadaban lo justito, sin fatigas . Viven, dicen, muchos años. Por algo será.

Quieto como un marmolillo, los bichos me miraban tal que yo a ellos. ¡Qué bonicos eran! Pasó tiempo, esa clase de tiempo que no se mide con reloj, que no teníamos allí abajo, ni ellos ni yo.

Me entró el hambre y me acordé del desayuno que, de puros nervios, no había tomado. Pasarían almuerzos y cenas sin mí. ¡Lástima de la libra de chocolate Matías López que perdí cuando bajé al centro de la tierra! En el bolsillico abotonado del traje de baño encontré dos esquejes de palo dulce a medio chupar. Ni una hebra quedó fuera de mi aparato digestivo.


(el autor en la Casería de Los Cipreses)

domingo, 18 de octubre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria II


( foto Masao Yamamoto )

( capítulo segundo )

El pozo, el rebosadero, la entrada de las aguas de escorrentía y la boca de la acequia para las de riego eran los cuatro accesos al aljibe. Hice planos, calculé alturas, sopesé riesgos y cavilosamente elegí la compuerta de la acequia. Bien sabe Dios que también busqué la entrada de las aguas pluviales, pero no di con ella. Al aliviadero mi cuerpo de muchacho no llegaba, incluso subiéndome a la escalera de palos que usaba para coger higos maduros de las empinadas copas de las higueras más altas. Altas eran de tanto mirar al Mulhacén.

No todos los aljibes pueden rellenarse con agua de riego. Mas, siendo los veranos sureños tan parcos en lluvias, es sistema recomendable aunque empeore muy mucho la calidad del agua y conlleve la necesidad de hervir ésta para beber. En la gran casa de la finca Los Cipreses la grifería era inglesa, por nombre Twiford, pero el agua era indígena. Así pesqué yo el tifus o lo que fueran aquellas fiebres delirantes que me revelaron otros mundos, alejados del sistema métrico decimal y de la lógica aristotélico tomista. Doy gracias por ello, aunque de aquellas me quedé con el cuerpo hecho unos vendos y con un palmo más de alto. ¡Palabrita del niño Jesús!.

La del alba sería cuando descalzo y en meyba repté por la acequia y me tiré a lo oscuro. Me profundí en lo hondo. Chichones apenas si me hice, que lo peor fueron las machacaduras, raspaduras y excoriaciones en rodillas y codos. Había calculado mal y el gran recinto aljibarero , de paredes revestidas de ladrillos ensamblados con argamasa y revocados con arena de miga y tierra, tenía poca agua y mucha hondura.

domingo, 11 de octubre de 2015

Granada: mi niñez con mi memoria



( Capítulo primero)

Rapaz aún, un septiembre incandescente me bajé a vivir a los dentros del gran aljibe.

Días antes había escuchado un pregón mercantil, aguas arriba del paseo de Los Tristes, cerquita ya de la alameda que esconde la fuente del Avellano:

¡Galápagos para el aljibeeeee!, gritaba el gitanillo.

Los quelonios en venta se amodorraban en capas estratificadas dentro de un cuévano de mimbre. El pequeño vendedor había ingeniado una especie de vol-au-vent o milhojas. Una capa de galapaguitos y otra de juncos. Otra de tortuguillas de agua y una más de llantén. Tritones y alfábegas. Así hasta el fondo de la cesta. El pregonero humedecía el hojaldre sumergiendo de cuando en cuando el canasto en la fuente del Avellano.

Me gustó mucho asistir a un rito bautismal diferente, practicado por mormones, adventistas del séptimo día, pentecostales y otras hierbas cristianas. Esto lo supe más tarde.

Era fama que el agua de aquella fuente sanaba, de pura y fresca, cuarto y mitad de los males de cuerpo y espíritu. Especialmente recomendada para la melancolía y el mal de la conformidad. Esto otro servidor lo sabía desde siempre.¡Anda que no!

En vista de la inutilidad de mi familia para desentrañar el sentido del pregón, decreté que era menester descender al fondo del aljibe en visita de inspección galapaguil.


domingo, 27 de septiembre de 2015

INVOCACIÓN AL LAUREL


(el autor en la Costa Vasca francesa)

INVOCACION AL LAUREL O LA MADUREZ DE UN HOMBRE
(65 palabras para Manuel)

Las ramas de los sauces mojados y amarillos
te rozarán la frente. En la arena perlada,
verbenas llenas de agua, de cálices sencillos,
ornarán la indolente paz de tu pisada.
Y tu cabeza ceñirá por siempre egregia
la corona de laurel de los sueños :
mirar hacia el azul , perfecta belleza, luz.

(Poema enviado por un colectivo de seguidoras de este modesto blog,
con ocasión de mi reciente cumpleaños. ¡Y que sea lo Dios quiera!)



domingo, 13 de septiembre de 2015

VENTANAS DE LUNA CLARA


(foto tomada por mí)

Ventanas de luna clara, cortinas de escarcha...
en invierno tan sólo se hace perpetua una persona.
(Bai Juyi, nacido en Xinzheng en 772, reinando
el emperador Taizong)

sábado, 18 de julio de 2015

Carta a una amiga


 

                                                           ( foto del autor )

Llega a mis manos la carta que un amigo envía a una amiga suya, correo que, con el permiso de ambos, transcribo tal cual:

““Entre amigos no hay ofensas que agravien largo tiempo. No pasa nada, salvo las huellas de arañazos que, irremediablemente, quedan un tiempo sobre la piel del corazón de cada uno.

En los últimos años, he escuchado, en varias ocasiones, la teoría de la superior velocidad de sus circuitos cerebrales y conexiones neuronales en boca de mujeres fuertes y presuntamente independientes y auto-suficientes. Sin ir más lejos, una de mis hermanas la esgrimió, hace pocos días, ante su estupefacto marido.

Del otro lado del género humano, mi mismísimo padre, persona de trato difícil y en ocasiones desagradable, solía decir: "Cuando fulanito va, yo he ido y he vuelto tres veces".

En lo que a mí concierne, en esta etapa de mi vida, prefiero vivir la vida en "tempo moderato" que, como bien sabes, es un movimiento intermedio entre el "andante" y el "allegro". Hace unos meses, una mujer con la que tonteaba un poco me dijo:

- Es que yo trabajo en tres pistas a la vez...

Mi respuesta, formulada con respeto y afecto, fue como sigue:

-Por eso será que estás siempre dispersa y difusa...Trabajar simultáneamente en tres pistas es bueno para el circo, pero no deseable para vivir en paz consigo mismo.””

Por mi parte, desconociendo qué acaeció entre esa pareja de amigos, mujer y hombre, no me queda sino sacar a relucir las viejas dudas que abrigo sobre la posibilidad real de que hombre y mujer que, tiempo atrás, compartieron sexo, transformen su relación en simple amistad. Y no se diga si uno de ellos mantiene encendido el rescoldo de su amor hacia él o hacia ella ¡Sería preciso tener en las venas sangre de horchata!


Con los años que acumulo en mi zurrón, he comprendido, a base de coscorrones, que la clave de nuestra existencia es estar en armonía con nuestra propia infelicidad.

He dicho.




( el autor en Euskadi )

domingo, 21 de junio de 2015

En este mundo traidor...

EN ESTE MUNDO TRAIDOR...                      


(fotos tomadas por el autor)

"¡Hombres ávidos de riqueza, cómo delinquís legalmente contra la pobreza!". ANTÍPATRO (Tesalónica, S. I a.C.)

"La pobreza fecunda en héroes (Fecunda vírorum paupertas)".¿¿??¡¡!! Marco Anneo LUCANO (Córdoba, S. I d.C.)

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La madre tenía tres hijas, cada una de distinto padre.

La situación económica familiar tornóse de grave en desesperada el día en que el último de los padres, o sea el padre de la última de las hijas, se marchó de casa con una criolla de dulce y cadencioso acento.

La mayor de las hijas aprovechó el barullo para sincerar su situación abandonando oficialmente unos estudios universitarios que de facto no cursaba hacía largo tiempo y se puso a trabajar con un contrato basura en una cadena de comida basura. Puesta a sincerarse, presentó en sociedad a su novia, joven promesa del heavy metal que gustaba mucho del piercing.

La segunda hija repetía con fruición y denodado empeño el último curso de bachillerato y servía copas los fines de semana en la barra de una de esas discotecas que sirven alcohol a menores de edad, arman ruido mucho más tarde de lo que prevén las normas de teórico obligado cumplimiento y en

NADA ES VERDAD NI MENTIRA...__________
 


las que se consumen sin pudor drogas sintéticas bien adulteradas. Estaba saliendo con un chico muy majo, que se ganaba bien la vida en el mundo de la prostitución y cuyo único y relativo problema era estar imputado en cuatro causas penales que obviamente tardarían años en sustanciarse.

La tercera hija, medio mayor de edad, era la más graciada. Había heredado la belleza de la madre y era tan desparpajada como su padre.

Las finanzas familiares habían pasado de los números rojos a los de color granate almandino y la madre estaba demandada en diferentes juzgados, unas veces en procedimientos hipotecarios y otras en ejecutivos ordinarios. "Las cajas de ahorros tienen la funesta manía de querer recuperar el dinero que han prestado" pensaba la madre poco contrita. "Como si me lo hubiera gastado en amores y lujos" concluía.

De pronto la pequeña de las hermanas va y resuelve los problemas económicos, que no afectivos, de la familia ennoviándose con un empresario de la localidad bastante mayor y feo que ella y con dos separaciones matrimoniales en su haber.

El empresario y la niña se van a vivir juntos a eso que los periódicos llaman "una mansión en una lujosa.

NI EN LA ROMA DEL RETOR*...___________ 


urbanización de las afueras". La madre encuentra trabajo en la empresa del empresario y se levantan los procedimientos ejecutivos e hipotecarios de los juzgados.

La bonanza económica, que no moral, de la familia duró un par de años, tiempo que el empresario tardó en conocer a otra chica de parecida edad y gracias personales, aunque superior en la práctica de juegos de cama sin reglamento. Si el buen hombre hubiera tenido conocimientos clásicos igual se hubiera hartado de reir recordando al memo de CALÍCTOR MANTISIO cuando dijo "una muchacha virgen gana más dinero no por su arte, sino por su naturaleza".

Uno de los cuñados de la madre era abogado y se encargó con éxito de negociar una indemnización, pagadera en 24 mensualidades, como compensación por el tiempo de convivencia sin papeles. El empresario pagó además a la cría, para que no le diera mucha lata, la entrada para un apartamento situado en un bloque de viviendas de protección oficial.

La madre pregonaba por toda la ciudad que el empresario era un sinvergüenza y, se supone que por razones éticas, abandonó la empresa de quien pudo ser y no fue su yerno llevándose un disquete del ordenador con datos confidenciales de su clientela. "¿Espionaje industrial o

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* Séneca, llamado Retor o Rétor.

NI EN LA GRECIA DEL REY MIDAS...            


tráfico de información privilegiada?", meditaba la buena señora, que sabía algo de estas cosas porque el primero de los padres de sus hijas había trabajado en una oficina de patentes y marcas.

La madre y el disquete se fueron a trabajar a la competencia despertando mayores expectativas de éxito y remuneración el disquete que la madre. Al parecer ciertos empresarios aman más a los disquetes con datos de posibles clientes que a las madres de ex-novias de colegas de ramo de negocios.

Al cabo de los dos años la hija mayor volvió al contrato precario y al fast food, la de en medio dejó de matricularse en el instituto y se dedicó más profesionalmente a las copas y a las pastillas y a ayudar a su novio el proxeneta, y la más pequeña y agraciada se puso a trabajar en la capital de relaciones públicas en una compañía, con cuyo presidente no tardó en amancebarse.

La madre fue despedida de su nueva empresa cuando el disquete se negó a desvelar sus datos. El jefe de informática de la empresa todavía anda jurando en arameo pues sostiene que nunca hasta entonces se le había resistido clave o sistema alguno. "¡Hideputa quien lo encriptase!" repetía el técnico.

NI EN LA HISPANIA QUE SUSPIRA...              

El empresario del lugar sigue pagando la pensión alimenticia a sus dos primeras mujeres pero ya se ha liberado de la renta mensual de la tercera. Se dice que ha sido conminado cuasi-públicamente por la cuarta a firmar algún papel.

O témpora! O mores!* 

P.S.I "Las putas se agarran al oro más que a los amantes".

ANTíPATRO 

P.S. II "Pobreza y amor son mis dos males. Soportaré la primera fácilmente, pero soportar el fuego de Venus AFRODITA no puedo". Epigrama anónimo de la Grecia clásica

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*¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres! Cicerón (Catilina 1, 2 y Verren 4, 25, 26)

domingo, 7 de junio de 2015

Encanto misterioso


Más que un sueño                                        __     

Atiéndeme, quiero decirte algo, que quizá no esperes, doloroso tal vez. Escúchame, aunque me duela el alma, yo necesito hablarte, y así lo haré...
PRIMERA ESTACIÓN:
CAER POR PRIMERA VEZ
Ahora que voy coger el tren, me pregunto que hago yo vestida con una gabardina de leopardo y zapatos con taconazo, doce de la mañana. Quién es ésta señora que se pasea instalada en mí por un andén de estación empujando semejante maleta, que yo jamás hubiera comprado.
La lucidez dura lo suficiente como para recordar el día en que él me aclaró, mientras abría los armarios de su casa, que era un hombre separado. Su mujer y él, según dijo, vivían desde hace algún tiempo en ciudades distintas, vidas distintas, pero ella había dejado todas sus cosas en la casa como si aún vivieran juntos. Pura civilización, savoir faire, máximo grado evolutivo de la especie: el eslabón perdido era yo.
Ocurrió en nuestra primera cita. Intenté no juzgar ni valorar. Había aceptado su invitación a cenar, me gustaba mucho. Me gusto muchísimo menos cuando me desveló que tenía la mayoría de los armarios llenos de ropa de mujer. Boecio vino en mi auxilio, me consolé pensando que ojalá no la tuviera para ponérsela.
"Cualquier día voy al Paralelo y sale cantando una de Sarita Montiel", pensé, crecida en la estoica escuela de mi madre, capaz de sacar fuerza para reírse de sí misma en momentos en los que la mayoría saltaría por una ventana.

... nosotros, que fuimos tan sinceros, que desde que nos
vimos, amándonos estamos...
SEGUNDA ESTACIÓN:
"EL PEOR POLVO DE MI VIDA"
Cuando una se siente bien, puede prescindir de lo mejor. Eso me parece sabio.
En algún momento de la noche tuve que ir al baño. Encontré un museo-gineceo femenino, sentí pudor e incomodidad y apenas me atreví a mirar, como ocurre siempre que estamos en habitaciones de personas que ni conocemos ni amamos: colonias, cremas, más colonias, más cremas, en un colgador todavía un albornoz de bano. "Su mujer está de viaje y volverá en unos días", pensé sin importarme gran cosa. No me sentí incómoda, no era asunto mío, no lo era entonces.
Volví al salón. Fuera del baño la presencia pasada de una mujer era imperceptible, solo veía una casa puesta a la medida de un hombre solo y por un hombre solo: buen gusto, deseo de orden, contención.
—Tengo una novia cubana, dijo en la sobremesa, después de haber intentado ambos varias conversaciones sin avanzar en ninguna dirección, ya a mil kilómetros de distancia el uno del otro.
—Es pintora, vive en Venecia y pasará esta Navidad conmigo; nos encontraremos el 18.
Lo consideré una invitación a marcharme. Esta vez si me pregunté, ahora ya sin la ayuda de Boecio ni de mi madre, por qué me había invitado a cenar en su casa después de intercambiar varios mensajes. Después sólo sentí un inmenso cansancio, ganas de salir corriendo y volver a casa a escuchar el silencio.
Me despedí torpemente, agradecí la velada, y corrí escaleras abajo.


… nosotros, que del amor hicimos un sol maravilloso,
TERCERA ESTACIÓN:
LE QUIERO, Y QUE SEA LO QUE DIOS QUIERA
"Volvía a casa, paraba el tiempo del invierno y compraba manzanas amarillas que sabían como nuestros largos besos. Y amé aquel tiempo de gracia, contigo en cada cosa".

Llovía. Llorar bajo la lluvia es una de las formas de la dulzura. Solo
hace falta un mínimo entrenamiento para no acompañar el llanto con gestos poco favorecedores, pasar inadvertida, dejar que las lágrimas se mezclen suavemente con la lluvia.

Esta vez había suerte: un aguacero con frío intenso, tres de la mañana y la calle desierta; ni siquiera fue necesario evitar los gestos de dolor. Lloraba un llanto suelto y desbocado, de esos en que el cuerpo acompaña con fuertes sacudidas a las lágrimas, desmedido en cualquier caso para lo que lo provocaba, una forma de aliviar la tensión vivida durante la cena.

De la mano llevaba a la niña que fui cogida con fuerza, sonreía y bostezaba con el tranquilo cansancio de la noche que llega de repente
y nos acoge, apreté un poco más mi mano en la suya.

"Me  sigue gustando..."
"Es dulce..."
"Parece tener una borrachera de soledad..."
"Quizá no debería haberme marchado así..."
"Debí abrazarle y escuchar".

Fuerte aguacero mezclado con un aluvión de emociones y contradicciones; las dejé estar. Sabía que al final, con suerte, quizá alumbraran alguna verdad.

Guardaba toda la emoción en la boca del estómago, la taquicardia, el anhelo, aquella música que puso antes de decir que me marchaba. Hablamos mucho, con esa charla exhibicionista en que a menudo caemos cuando alguien nos gusta mucho y todavía los silencios no abrigan. En un par de ocasiones le acaricié el pelo, y mientras mi nariz buscaba el final de su cuello, algo familiar y antiguo me devolvió a mi infancia. "No es de nuestra jaula", solía decir mi abuela. Él sí, él era de mi jaula: la piel suave, el final del cuello, el olor de su pelo, sus besos... los más dulces.
Llegué a casa con la niña dormida en mis brazos. La llevé a la cama y la abrigué: sabía que esa noche haría mucho frío. Ya en mi cuarto llené la bañera y encendí velas. Kanawa cantaba un aria triste en Radio 2. Después de meterme en el agua tibia me permití el inmenso cansancio de después de las emociones, me dejaba llevar por el agotamiento sumergida en agua tibia, sabía que no dormiría. Con los ojos cerrados intenté prepararme para una noche de insomnio, lucidez cegadora de esas madrugadas sin piedad en que la soledad te hiela el corazón.


...nosotros, que nos queremos tanto, debemos separarnos, no me preguntes más...
CUARTA ESTACIÓN: MIEL Y HIEL
"Amor, mi dulce bien, no quiero que me guardes, ni que en mi cuerpo frenes lágrimas ni jardines, y antes de que las quejas aviven mi desprecio, los avisos mi cólera, caiga sobre tus labios -incendio abrasador, granada suplicante-
la delicada muerte de mi olvido".
No importa cuanto tiempo hace que conocemos a una persona: me enamoré. A muy pocos nos basta un día para amarlos para siempre, con la mayoría nos sobra toda una vida para encontrarlos a diario sin llegar a saber quienes son, a menudo personas de tu misma sangre, extraños sin remedio. Peor aún, esa forma de encontrar en tus familiares los rasgos que ves cada mañana cuando te miras al espejo: tu misma nariz y pómulos, la forma de lavarse las manos, el modo peculiar de dejar caer ligeramente el cuerpo cuando estás cansada, la hipersensibilidad a la luz.
Al día siguiente llamó mi hermana.
  ¿Qué tal tu cena?
Le conté, sin entrar en detalles.
  iEs increíble!, ¿cómo te dejó ir a esas horas sin acompañarte hasta el coche?
  Por Dios grande Elena, no vivimos en la corte de Luis XVI, ¿por qué confundes todo?, ¿por qué no intentas ponerte en los zapatos del otro?
Segundos de silencio.
  Está bien, ya me he puesto en sus zapatos y en los tuyos, y si a ti te gusta tanto por algo será. Te llamaré esta noche para oír como va tu murria.
Mi hermana Elena en su torre de cristal. Un marido perfecto, unos hijos perfectos, una casa ideal..., y yo con la murria. Deben haberme tocado todos los cromosomas defectuosos de la genética familiar.

El jueves siguiente llama Jöao, me dice que el campo está precioso, que me espera para pasar el fin de semana. Preparé un escaso equipaje y me fui al aeropuerto después de tomarme dos lexatines para coger el avión. Necesitaba estar en silencio al lado de alguien sin dar explicaciones, confiar, cocinar juntos mientras escuchas música, dar largos paseos. En las noches, mientras él tocaba el saxo tenor y yo intentaba versiones a lo Carmen McRae del "Stormy weather". Nos reíamos de nuestra vida "marital".
  ¿Por qué no nos casamos?, tú serías feliz en Oporto, me decía,
sabes que nunca te llevarás tan bien con alguien.
Pensaba en Miguel. Aterricé en Madrid el domingo, y aunque sólo le había visto media docena de veces en mi vida, pensaba en él.
Recordaba con extraña ternura sus maneras hurañas cuando se le contrariaba, también las pequeñas manías de su soledad convertidas en costumbres, su ironía inteligente, la adorable mirada pícara de niño cuando se reía. Ya en el taxi que me llevaba de vuelta a casa, pensé que sería hermoso aprender a mirarle con dulzura desde lejos, dejar al amor y al cuidado hacer. Deseé otra vez mi mano en su pelo, oler el final de su cuello...
Era inevitable que nos volviéramos a ver.
Días maravillosos, me olvidé de hacer cualquier otra cosa que no fuera estar con él. Le quise con locura.

...no es falta de cariño, te quiero con el alma, te juro que te
adoro, y en nombre de este amor y por tu bien, te digo adiós...
QUINTA ESTACIÓN:
BALSICAS.
"Creo que hubiera sido feliz amándote toda mi vida" Doris Day a Rod Hudson en "Pijama para dos"
Después todo es confusión... estoy sentada en un tren que me lleva a Sabicas; quiero decir, a Balsicas.
Voy vestida con la ropa del armario de su ex mujer, aquel que abrió la primera noche, tan alejada de mis gustos, o eso creo.
Dormiré en la habitación que había reservado para Diana, la pintora cubana que finalmente declinó su invitación para pasar la Navidad juntos.
Y, no sé, me pregunto si el libro que llevo en la mano habrá sido elegido por mí o será de Yolanda, pelirrojo pubis lésbico con el que desayuné, acompañado de un sapo, una hermosa mañana mientras miraba atónita las fotografías por él enviadas en alucinado SMS, tanga de piel de ángel de "La Perla" por él ceñido y regalado para atravesar los redondos umbrales del placer; grandiosa, desmesurada, devoradora pasión, de quien ahora llevo un medallón que le regaló en medio de mil tormentos y que ésta le devolvió, y él a su vez me regaló; o algo así, no puedo pensar con claridad...
Lo recuerdo vagamente, era un medallón de Pomelato, o quizás de Hermés; que, no sé como, se convirtió en un medallón de Bulgari y que, por un extraño juego de espejos, llevo yo hoy. No sé, quizá pasará mañana a ser de Cartier en algún relato que él escriba para su blog sobre ésta nuestra historia, salón de pasos perdidos sin eco ni retorno...

De pronto, alguien me saluda con los brazos y parece llamarme desde el otro andén, "iAna!, iAna!", grita mirando hacia mí.

Le miro confundida mientras la azafata me invita a subir al tren que me llevará hasta Balsicas.


¿Quién será Ana?

Autora: Biznaga de estrellas.

domingo, 26 de abril de 2015

miércoles, 8 de abril de 2015

¡QUÉ MANOS TAN PEQUEÑAS!


El hombre que duerme sueña que está soñando y que es una lástima que ya no le duela el dolor.             
El hombre que duerme se desdobla. Su espíritu deja el cuerpo tendido en la cama y le observa desde el techo. ¡Qué manos tan pequeñas tiene! Se apiada de él y se encierra de nuevo en su cárcel de materia.
El espíritu sueña que está en el patio con aljibe
El cuerpo piensa que cada etapa es un libro.
El cerebro ordena a la consciencia que perciba el azul de lo azul.
La luz arriba. Abajo raíces. Lo perdurable está dentro.

lunes, 16 de marzo de 2015

Desperté desnudo y sin recuerdos.

(selfie de mis dos pies, el izquierdo y el derecho)

El caudal gris de ciegas horas se rompe por una ranura de luz. 

Desperté desnudo y sin recuerdos.


Mi cuerpo estaba cubierto tan sólo por una bata de hospital, de esas que te dejan con el culo al aire. Mi memoria, vacía. Boca arriba, yerto de cuerpo y yermo de espíritu, respiré con la tripa. Tenía un ladrillo en el estómago y la lengua como lija del número tres.

El médico preguntó:

- ¿Cuál es su último recuerdo?


Contesto:

- No lo sé. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?


El galeno insiste:

-¿Qué es lo último que usted recuerda?


Se estaba poniendo pesado. Respondí:

- Una casita muy chiquitita con muchas flores en el jardín.


El hombre de la bata blanca humaniza su rostro y dice:

- En ella vivía usted, supongo. ¿Dónde estaba esa casa?


Contesto:

- Que no doctor, que es la letra de una canción.


Este tío está casado con su opinión. Porfía:

- Usted tiene que recordar algo y es su deber ayudar a solucionar su caso.


Preferí no decirle al neurólogo que a mí me importaba un pito solucionar mi caso y decidí darle una pequeña sorpresa:

-¿Es usted un hombre del gánster conocido por MoMo?


Bostezo. Pido al hombre de las preguntas que me deje dormir un rato. Cierro los ojos y me hago un autodiagnóstico. Claro que tengo recuerdos. Lo que pasa es que son deseos y no sé si se cumplieron o no. Da igual. No pienso averiguarlo.

Me acuerdo de ella. ¡Dios! Tacones, manos, medias. Su falda, sus zapatos, su blusa, su melena, su cuello con sus rizos. Me acuerdo de ella con el corazón, no con la memoria.

Un portazo impío me obliga a abrir los ojos . Es el director del manicomio. Me anuncia que en la caja fuerte de su despacho está depositado un convoluto con ochocientos billetes de los grandes. Míos son.

lunes, 2 de marzo de 2015

MANOS DE ESCRITOR


Manos de Gabriel García Márquez (foto Kim Manresa)

¿Qué se necesita para escribir?
¿inspiración o talento?

William Faulkner aclararía la cuestión diciendo que el escritor sólo necesita tres cosas: "Experiencia, observación e imaginación".

domingo, 11 de enero de 2015

Consejos para los pobrecitos ricos



( Manet. Olimpia )


Primero



En tiempos de crisis, queridos hombres blancos de ojos claros, gastar sin piedad no es de mal tono. ¡Que ardan las pérdidas en los balances de las sociedades que tenéis domiciliadas en paraísos fiscales! Dejad que falsas bancarrotas, productos de la ingeniería financiera, se acerquen a vuestros cotos de caza en Andalucía, Extremadura o La Mancha, no vaya a ser que las declaraciones a la Hacienda Pública os salgan positivas. ¡Qué ordinariez!


Segundo


Es de mal gusto vender obras de arte para pagar facturas del sastre o del carnicero. La Olimpia de Manet consuela muy mucho cuando se contempla desde la taza del excusado, máxime si ella está forrada con pan de oro.


Tercero


En los foros internacionales, sostengan ustedes, impasible el ademán, que la situación universal nada tiene que ver con la exhuberancia irracional y la codicia de quienes manejan los globalizados mercados bursátiles, financieros e inmobiliarios.
Si algún despistado pregunta por la génesis de las hipotecas basura en USA, limítense a contestar engolando la voz:
-Esto, bueno, ahí hay de todo. Los productos estructurados han ayudado a engrasar los canales de distribución del crédito.


Cuarto


En las cenas de caridad, a mil dólares cubierto, para ayudar a la cría en cautividad del esturión persa, repitan que confían, a ojos cerrados, en que los buenos tiempos de la especulación fácil y del corruptor ladrillo pronto volverán, “cuando ganen los nuestros”.

Quinto

Sean solidarios. Ayuden a la recuperación económica y sustento diario de los pobres. No se trata de dar trabajo, no. Abandónense a su natural hedonismo. De cuando en cuando, una buena juerga con sexo y “velinas” berlusconianas, champagne y caviar a go-gó, se apaña con unas decenas de miles de eurejos y…¡siempre caerán migajas para el pueblo!


Sexto


Matriculen a sus cachorros en la universidad privada más cara del mundo mundial. Antes, asegúrense de que, en ella, los profesores de ética de los mercados tienen claro que el capitalismo es bueno, justo, equitativo y necesario. Y, ¡por el amor de Dios!, sobre todo, sobre todo: ¡de que enseñen bien clarito que nadie debe controlar a las libres fuerzas del mercado!
Siempre existirán manos invisibles que se forren a costa de la plebe. ¡Faltaría más!



(fotos del autor)