( decimocuarto capítulo )
El día de Reyes un cielo azul inmenso y vacío amanecía sobre el estanque del Retiro, cubierto como estaba con una colcha de hielo de un palmo de alto. Por bajo nadaban poblados cardúmenes de bellos peces de eufónicos apellidos. Calicos, burbujas, carpas, cometas, telescópicos y otros cuyo nombre no recuerdo y que no pienso mirar en el Espasa, que no tengo ganas de levantarme ahora.
Como quiera que yo tenía la certidumbre de que todos mis deseos estaban materializados en el sillón de tela damasquina marcado por mi par de zapatos, mi curiosidad se ceñía a comprobar qué clase de dulces habían comido Sus Majestades. Y si habían bebido de la botella de Cointreau, o de la de Marie Brizard o de la de licor Calisay, o si quizás de la de Benedictine, pues sabido es que en el fondo de cada copa de licor hay un secreto. El mío era evitar tener un pedir que pareciera un dar.Mosca me tenía el dato de que la paja destinada a los rumiantes desaparecía siempre. Me daba en la nariz que los camélidos orientales, acostumbrados a cruzar por los desiertos arábigos y del Negev y a nutrirse de exquisitas raíces y frutos secos, de cereales salvajes y henos perfumados por los céfiros que soplaban los profetas del Antiguo Testamento, no iban a rebajarse a comer humilde paja castellana. ¡Hasta ahí podían llegar las cosas!
Esa curiosidad tuya por saber qué comían los Reyes y la desconfianza en la paja castellana, era un claro indicio de que empezabas a comprender que tus padres -como todos- querían quitarte de la cabeza la magia del incienso, oro y mirra. A la vista está que no lo consiguieron.
ResponderEliminar¡QUÉ FÁCIL ES QUERER A LA FAMILIA DE SANGRE Y QUÉ DIFÍCIL ES LLEVARSE BIEN CON ELLA! MI INFANCIA ESTÁ SIENDO MÁS LARGA QUE MI PROPIA VIDA. ¡GRACIAS!
ResponderEliminarManuel ,con el calor que hace hoy he sentido frío al leer tu relato,al principio con el hielo de la colcha del estanque, y los pobres pece, después he entrado en calor con las viandas y licores, y el secreto de la copa del benedictine, me he quedado pensando, cuantos secretos tendrían esas copas guardadas, y cuantos secretos tenias tú, en esa alma linda de niño listo y feliz.
ResponderEliminarUn abrazo de MA para ti amigo Manuel M.y mil gracias por tus letras.
Creo, amigo Manuel, que uno de los secretos de esta noche mágica no estaba en el fondo de la botella de benedictine...mas bien en la propia Abadía....
ResponderEliminarMe alegras el "bochornoso día".
Un abrazo
Maite
¡MIL GRACIAS, MI QUERIDA MA! MIS SECRETOS VAN SIENDO DESVELADOS POR MI ESCRITURA, AUNQUE DOS O TRES QUEDARÁN CONMIGO, POR AHORA...YA VEREMOS CÓMO QUIERE EL NIÑO CONTAR SUS COSAS...
ResponderEliminarABRAZOS
MAITE, LAS ABADÍAS Y SUS SECTARIOS SECRETOS...EL ALMA DE UN NIÑO QUE MIRA TIENE MÁS SECRETOS QUE TODO EL MEDIOEVO JUNTO...¡GRACIAS!
ResponderEliminarPerfecto anfitrión ya desde pequeño: interesado por las viandas y refrigerio consumido al gusto por SSMM ¡e incluso por la comida de sus camellos!
ResponderEliminarBuen anfitrión, lo dicho y hecho.
Besitos de azul inmenso.
¡EL MISÁNTROPO HOSPITALARIO! TE REGALO UN RIPIO DE MI COSECHA: ¡YA EMPIEZA A CLAREAR/LA VELA SE VA A APAGAR/...! ¿POR QUÉ NO JUGAMOS A LOS RIPIOS?...¡SIGUE TÚ, AUDREY!
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