martes, 9 de febrero de 2010

UN ARMA EN SU MANO XVIII



(ilustración de G. Grosz)
(...es continuación)

Siempre he pensado que cada uno en su trabajo debe tener absoluta libertad moral y de acción. Pero eso de cobrar una pasta gansa por no pegar ni sello me olía a una treta para quitarme de la circulación. O a trampa para cazar elefantes. Era hora de desenrredar el ovillo y dar con la aguja de este pajar.

Me despedí de Ôsip, el barman tudesco:
-¡Duerme bien!
Corrrespondió a mi adiós con más palabras de lo acostumbrado en él:
-Usted lo conseguirá cualquier noche de éstas. Olvídese de ella. Es mujer que necesita mucho mantenimiento.

Mal se ponen las cosas cuando un ciudadano más o menos honesto tiene que renunciar a lo que más le mola y buscar entretenimientos que van menos con su personalidad. Aunque, bien pensado, Hanna tenía pinta de ser una tía de esas que se enamora de todos los hombres que no le hacen ni puto caso.

                                                       (continuará...)           

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