miércoles, 3 de febrero de 2010

UN ARMA EN SU MANO XV

                                                              (Ilustración de George Grosz)
                                                                             (...es continuación)

Que me lustren los zapatos me ayuda a analizar situaciones complejas. Cierto es que mi cash-flow no está como para prestar liquidez a la Reserva Federal, pero tampoco iba a hacer bancarrota por una segunda mano de betún en mis borceguíes. Siempre se puede prescindir del perrito caliente de la cena.

Me hacía bien la certeza de que Ôsip el barman no me había vendido a Mono. Se había chivado, pero había sido con buena intención. Por mi bien, se podría decir así. También debía contabilizar en el haber de mi balance anímico la suculenta oferta de quinientos billetes de los grandes por estar quietecito y no apiolar a la mujer de cabello color leña de fuego, aunque bien sabe el cielo que hubiera preferido echarle un par de polvos más.

En cambio, mi auditoría interna anotaba al debe el hecho de que, no siendo yo corto de luces, no terminaba de entender por qué Mono, el escualo más grande de la gran ciénaga ciudadana, había gastado tanta saliva en convencerme a mí, que soy la tararira más escuchimizada de este reparto. Lo que podríamos llamar, entre nosotros y sin ánimo de menospreciarme, el último mico de esta compañía.

El cuerpo me pedía un buen lingotazo de bourbon. Me encaminé al bar del ruso. ¡Mejor no volver a ver a Hanna! ¡Mercancía sobada por el cagatintas del alcalde! Por mí, que les fueran dando...

                                                                 (continuará...) 


2 comentarios:

  1. ..no se si mi anterior comentario se cargó bien y por si aca......decía que con dinero en el bolsillo uno se sentía mas atractivo y hasta con ganas de cantar...con una balalaika...

    j'attends la suite...merci

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  2. ASÍ PARECE, MI DISTINGUIDA LECTORA...LO PEOR ES QUE, CASI SIEMPRE, EL PROVECHO DE UNO ES PERJUICIO PARA OTRO...¡GRACIAS!

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!