lunes, 8 de marzo de 2010

UN ARMA EN SU MANO XXVI


(... es continuación)


Abro los ojos y siento baja mi temperatura moral. Debe ser por haber dormido no se cuantísimo tiempo. Soy un hombre antiguo, sin entresijos. Tan sólo con dos cauces subterráneos, uno turbio y otro limpio. El arroyo primitivo es claro, hondo y silente. El manantial de la era moderna, ancho, oscuro, horrisonante.

No consigo recordar si llegué a vivir con ella, ni si ella era pelirroja.

Los médicos me dicen que debo permanecer en la clínica unos tres mesecitos de nada. Mis días corren unos con otros en la sala de rehabilitación aprendiendo a caminar y estirando los músculos.¡No me dan ni para una sed de agua!

Observo a las enfermeras y a las mujeres de la limpieza. No son como las mujeres antiguas. Tienen más tetas, culo y caderas. Son más altas y todo el tiempo dicen que se estresan por un quítame allá esas pajas.

Las mujeres antiguas eran morenas y con pelos en las piernas. Si se ponían nerviosas tomaban unas gotitas de agua de azahar que vendían en los drugstores en unas botellitas cristal azul oscuro.

Noto que, como las jais antiguas, las modernas no tienen palabra y llegan tarde a todos los sitios. Observo que las nuevas no se disculpan. Si dicen “lo siento”, luego añaden “y no me llames más”. Otra condición común a las mujeres de las distintas épocas que me ha tocado vivir es que son clitoridianas. ¡El botón sagrado!
Nueva sesión con el psiconeurólogo. ¡Dale, machaca!

- ¿Cómo van sus recuerdos? me pregunta el hombre feo y duro de mollera.
- Muy bien ¿y usted? Un día un chino se meó en mi alfombra.

He tomado manía a este sujeto. No lo aguanto. Está convencido de que la mierda es mejor que la nada. Pido que me suba la dosis de orfidal, pues ahora resulta que no consigo dormir. Rechaza mi petición alegando que se acostumbra uno. El muy zote no comprende que mi insomnio actual algo tendrá que ver con la circunstancia de que he dormido, noche y día, no sé cuantos años. Y que las vacas flacas de la vigilia suelen suceder a las vacas gordas del sueño.

- Por cierto doctor, quería preguntarle si, a su conocimiento, existen otros casos como el mío. También me interesa el asunto del hijoputa del senador Mac Carthy y el Sindicato de Libertades Civiles.

Carraspea un poco. Aclara la voz y me dice que él no ha tratado a ningún paciente de mis características. Pero que, sin embargo, en los manuales de su profesión hay descritos algunos casos. De lo otro, ni pío.

(continuará...)


Los lectores/as que gusten de empezar por el principio,
pueden acceder al capítulo I pinchando aquí.

6 comentarios:

  1. ¡ Dieu merci !..no todo está en los manuales y abundan mas pseudos que psicos.....lamentablemente

    Me seduce la intriga...

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  2. ME GUSTA PENSAR QUE ESTE TIPO, QUE HASTA AHORA CREÍ DURO Y BRAGUETA CALIENTE, RECUERDE CON EL CORAZÓN HASTA EL PUNTO DEL INGRESO EN FRENOPÁTICO...
    ¿SERÁ QUE A MI ROMANTICISMO NO LE HA LLEGADO AÚN LA EXCEDENCIA?

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  3. ¡QUERIDAS NIÑAS DE MI CORAZÓN! SEGUID, SEGUID CON ESTAS LECTURAS EJEMPLARES, AUNQUE EL CAMINO SEA LARGO Y EL AUTOR ESTÉ INGRESADO POR ESTAR LOCO "PERDÍO"...¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE CINCO O CIEN?

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  4. El episodio tiene buen tono, breve y también pelín desgarrado, de las novelas con personaje cínico en apariencia, pero en el fondo tan ingenuo que siempre cae en la trampa de la chica lista.

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  5. El episodio tiene buen tono, breve y también pelín desgarrado, de las novelas con personaje cínico en apariencia, pero en el fondo tan ingenuo que siempre cae en la trampa de la chica lista.

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  6. AMALTEA, YA VA A VENIR EL DÍA Y...MI AGRADECIMIENTO SUPERA LO INFINITO.

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!