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A finales de junio quise que mi bonsai sagrado, que ya medía dos palmos de altura, prosperase en mi cuarto de dormir, justamente cerquita de la ventana, que daba a mediodía. Se trataba de una suerte de transubstanciación. A fe que lo conseguí, pues en el último día del reinado de los virgo, cuando el árbol de Bo volvió de mi mano al ático de Mamiko, la planta estaba hermosa y serena. Bien arraigada. Y me llegaba por la cintura.
Me alimenté frugalmente a base del jamón de york que subía de California 21, de los yogures y frutas que compraba en el mercado de la Paz y de un puré de patatas de sobre cuya excelente calidad agradeceré siempre a Maggi. Román, el maître de California 21, me preguntó en alguna ocasión si estudiar tanto como yo no resultaría malo para la cabeza. Yo le dije que era muy pernicioso y que prueba de ello eran los tics y muecas que ejecutaba el notario que se sentaba al final de la barra, a las veintiuna horas en punto, al término de cada jornada laboral. Román decía que me veía ojeroso e iluminado como un orate. Y que no comía con fundamento.
Cuando pienso en mi proceder de aquel ciclo solar, concluyo que me autosecuestré. Los encierros son muy largos de vivir y muy cortos de contar. No recuerdo que mi soledad interior me hiciera perder el sentido del humor, y sí que tenía acentuado el sentido del amor que propician los huertos, aunque sean esteparios y de urbana arquitectura.
Ahora sé que las emociones son muy importantes para el mecanismo de la formación de los recuerdos. Un compadre neurobiólogo me enseña que los humanos compartimos memoria con las moscas. ¡Qué alivio!, mi memoria no está sola. Se parece a una mosca cojonera, pero tiene por qué.
Jajaja ,Manuel me ha hace gracia lo de que tu memoria o la de cualquier mortal se parece a la de una mosca cojonera jejeje , ya me enteraré en el siguiente capitulo el porque de compartir la memoria de la mosca cojonera jaja con los humanos es decir con tu memoria y con la mia.
ResponderEliminarTus capitulos del huerto inmediato estan intesesantes entre verídicos y soñadores, esperando el siguiente episódio de la mosca cojonera en el huerto inmediato y ver su desenlace con los humanos , me despido amistosamente de ti, con mis cariños sinceros.
Besos de MA para ti Manuel.
Las emociones son unas generosas manos que convierten en arcilla los recuerdos, moldeándolos a su antojo y semejanza.
ResponderEliminarMe da a mí que esos bonsais sagrados van a dejar pronto de ser bonsais...aunque no sagrados...
Veo que el huerto ha florecido durante mi ausencia. Si es que el sentido del amor frayluisiano da muy buenos frutos...
Un beso del mundanal ruido.
Memoria cojonera que se llama, esa si que escuece.
ResponderEliminarSentido del humor, sentido del Amor....permíteme , amigo Manuel que añada el sentido de cercanía inteligente que se desprende de estos entrañables relatos.
ResponderEliminarC'est un regal!!!
Un abrazo
Maite
QUERIDA MARI ÁNGELES: SEGUIREMOS POR LA SENDA DEL HUERTO GRANADINO,URBANO Y MESETARIO...AGRADEZCO EN EL ALMA TU GENTILEZA FRATERNAL...ABRAZOS
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