viernes, 27 de agosto de 2010

¡AL SOL DE LA BELLEZA! ¡LA PRIMAVERA! II


( capítulo segundo )

Cañas, vinos y tapas por Moncloa con las nuevas amigas. Pinchos en Serrano con las burguesitas excompañeras de las irlandesas. El Corrillo, Samuel, Peláez, El Águila, El Aguilucho, Mozo, el café Roma, La Ancha, Jurucha y Sakuskiya. Mucho cineclub de colegio mayor y algún concierto en el Monumental. Antonioni, Bergman, Godart, Chabrol, Truffaut, Risi. ¡Rohmer! Y los inevitables Eisenstein, Max Ophuls, Renoir y Von Strömberg. Bardem y Berlanga, con guiones de Azcona, de cuando en cuando, ma non troppo. El cine español estaba tachado de cutre y facha.

Yo también devoraba cine. Sin orden ni concierto. Mejor si estaba censurado o prohibido. Rossellini, Visconti, Clouzot, los Taviani, la Varda, Resnais, Louis Malle. Cualquier película europea mutilada era mejor que una americana intacta. Así pensaba yo por aquel entones, en que huí, haciendo notar ruidosamente mi disconformidad, de la proyección de películas como “Esplendor en la hierba” o “La gata sobre el tejado de zinc” .

Ada empezó a salir con un chico delgado y alto, de Linares, provincia de Jaén. Guapo, paleto y torpón, andaba el hombre confuso tanto por lo civil como por lo religioso. El primer ligue de Ada no dió para mucho, ni ella lo procuró. Años después, cuando se celebró el XXV aniversario de la promoción, el chico del sur invitó a Ada a subir a su habitación en el Meliá Princesa. “Asignatura pendiente” decía él. Así contestó ella al tal Tomás: “si entonces no me apeteció, menos hoy. Y con los cubatas que te has metido, igual ni puedes...”



En verdad a Ada quien le hacía gracia era otro, que era de Valladolid y muy blanco de piel. Casi tartamudo de puro tímido, ella veía en él algo profundo y oscuro, como Serrat ve en el Mediterráneo. Hijo de militar, vivía por el paseo de la Florida, cerca de la Estación del Norte. Allí le dejó Ada en más de una ocasión, cuando su hermana le prestaba el Seat 600D de color azul claro, matrícula M-300.564.

Ada coqueteaba con él, le ponía ojitos y le hacía morritos y mohines. Ni por esas. El crío no se atrevía ni a respirar en su derredor. Ada sabía que Mario andaba pretendiendo a “una pedorra” más fea que Picio, hija del director del periódico de los sindicatos de Franco. Con ella se casó y con ella sigue. En otro aniversario de algo, Ada buscó sentarse a su lado en la mesa del restaurante José Luis. Así habló Ada a Mario: “¿por qué no te dejaste ligar?”. Respuesta de él: “porque no ibas en serio conmigo”.

(fotos Masao Yamamoto)
.

6 comentarios:

  1. Me gusta tu forma de escribir...me gusta sentir cuando llego al final de algo que lo he leído de carrerilla y sin pararme a pensar si debía seguir o no.

    ResponderEliminar
  2. PUES...¡MUCHAS GRACIAS AMIGO MANGÉDOC! LLEVAS RAZÓN: LO IMPORTANTE ES CONCILIAR LAS GANAS DE VIVIR CON LAS DE LEER Y CON LAS DE ESCRIBIR...

    ResponderEliminar
  3. En este capitulo segundo de tapeo por Madrid y colon con colon asegurado,cuando estaban viendo las películas las veían dobles , y en esa época las películas prohibidas eran las mejores películas las que daban morbo.
    Ada era mucha Ada ,una mosquita muerta.
    Espero tu tercer capitulo para conocer mejor a Ada en su nueva vida de estudiante.
    Meterme de lleno en la lectura,y saber más de esta joven en sus peripecias de vida estudiantil y amorios.

    Un abrazo de MA para ti amigo Manuel.

    ResponderEliminar
  4. Esta noche en que decidí cambiar una tertulia de incógnitas inciertas por la tranquilidad de una buena lectura y música, tras un baño reparador a la luz de la todavía casi oronda luna, he parado aquí y estoy intrigada por la continuación de esta inquieta vida de joven espabilada y sorpresiva que se mueve por ella con el desparpajo de una descarada gata de los tejados.
    Eres un verdadero placer, habitante noctámbulo de las palabras.
    Besos salados de mar.

    ResponderEliminar
  5. vaya! sabe cómo encandilar a las mujeres...

    Bueno, se me antoja pensar en que Mario podría ser usted (es mi capricho... permítame), que tras veinticinco años se reencontró con aquella chica encantadora y que la edad y los años, les proporcionó una grata conversación... (es solo la dichosa imaginación, nada que ver con la realidad je,je).

    El cine de arte y ensayo siempre ha sido un buen recurso o tarjeta de presentación ante cualquier encuentro... la imagen también cuenta.

    Un placer dedicar tiempo a su lectura.

    saludos.

    ResponderEliminar
  6. ES USTED MUY GENEROSA Y AMABLE, AMIGA LEMAKI.
    ME GUSTA MUCHO QUE CADA LECTOR/A ELUCUBRE SOBRE LOS PERSONAJES DE MIS RELATOS, QUE SIEMPRE TIENEN FUERTES DOSIS DE MIS PROPIAS VIVENCIAS...¡TAMBIÉN EXISTE UN SUBGÉNERO LLAMADO "AUTOFICCIÓN"!...SUYO AFFMO MANUEL Mª

    ResponderEliminar

Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!