martes, 7 de septiembre de 2010

¡AL SOL DE LA BELLEZA! ¡LA PRIMAVERA! V


( capítulo quinto )

Ada era donosa, espigada, de pómulos salientes, mandíbulas cuadradas, con un principio de muesca hendida en su mentón. En las mejillas tenía dos hoyuelos que rendían el albedrío de tirios y troyanos. Su pelo pesaba mucho. Sólo vi una vez cabellos semejantes. Adornaban la cabeza de una chica suiza, lánguida y triste de desamor. Guapa y melancólica hasta decir basta. La helvética me contó que a veces le entraban jaquecas por soportar el peso de su melena. Comprobé que un pelo suyo era 3 ó 4 veces más grueso que uno mío.

El amor invitaba, llamaba, a Ada. Para darle cobijo, ella esperaba a estar de buena luna. Esa mujer no era el invierno, ni el otoño, ni el estío. Era la consagración de la primavera, con su boca llena de risas, que regalaba al universo y a cada uno de sus habitantes. De noche brillaba su piel y sus ojos tornaban de verdes a color miel de acacia. De manos largas y fuertes, como alados eran sus pies, del número 40, tan infrecuente entonces en la mujer made in Spain. Ni Ava Gardner, ni Rita Hayworth, ni Abbe Lane, ni Katherine Hepburn, eran dignas de besar por donde Ada pisaba. Alta era, quizás de tanto mirar al cielo.

Una vez, en La Pérgola de la Cuesta de las Perdices, me habló con una voz tan suave, profunda, y dulce que juro que me caí de la silla. En otra ocasión estábamos Ada y yo dentro del Seat seiscientos de su hermana, aparcado en el Paseo de Rosales. Le ofrezco un pitillo Rex o Récord, que no me acuerdo bien, y va y me lo agradece con una leve caricia de su dedo índice sobre mi mejilla. Al sentir su piel en la piel mía, me puse a llorar y salí corriendo. No paré hasta llegar a los altos del Cuartel de la Montaña. Me tumbé boca arriba y me dije “ya está”. Así me decía y repetía ciento quince mil veces. Aún hoy, mil años después, no sé a ciencia cierta qué era lo que “ya estaba”. Pero estaba.

Escribo con ojos que mojan los rayados pliegos de mi block y mano que corre sola sobre el papel, sin esperar a que mi mente ponga orden en mi lacerado recuerdo.

9 comentarios:

  1. "Ya está" Hermoso hasta decir basta.
    Yo alguna vez también me hinqué de rodillas mirando al cielo y me dije "por favor que sea él".
    Desgraciadamente no era, y así otras tantas, cada vez doblando menos la rodilla, eso sí.

    Yo también escribo con ojos mojados sobre el teclado.

    Cuanta compasión necesitamos las personas Manuel.
    Un beso querido amigo

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  2. Textos para recrearnos en la belleza de las formas, admirar la perfección con la que la naturaleza hace las cosas y a las personas, presentándolas en un momento dado como un regalo que no sabes si es para ti, pues en la etiqueta, sobre un envoltorio de gasas y líneas, no llegas a ver claramente el destinatario.

    Con afecto a mi admirado amigo MANUEL. Iñaki

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  3. ¡GRACIAS,QUERIDA MARIAN! BESOS CON SONRISA...

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  4. ¡GRACIAS, QUERIDO DOC! ¡QUÉ BIEN TE HA SENTADO EL VERANO! SÍ:"De vez en cuando la vida, toma conmigo café..."

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  5. De vez en cuando la vida...
    Y es tan hermosa, que...
    Si estabas, es porque merecía la pena en ese momento aunque no supieras el por qué.
    Realmente hay veces (muchas) en las que prefiero aborrecerte.
    ...

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  6. Hola Manuel ,maravilloso y sensible relato de tu V capítulo , hoy en este capítulo el amor llamo a tu puerta en los recuerdos anclados, sin avisar de golpe entro en tu alma y en la de Ada , siendo ella la reina de tu primavera eterna.
    las lagrimas vertidas son el recuerdo de un amor que dejo huella en el tiempo y el corazón no ha cicatrizado aun en el joven muchacho de antaño.

    Un abrazo de MA amigo y espero el VI capítulo de ¡Al sol de la belleza!¡La primavera!

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  7. Ya está me he enamorado...
    ...de Ada.
    Mis besos

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  8. Qué afortunado eres, Manuel. Guardar aún esa emoción tan apasionada y vibrante significa que sigues enamorado de todas las Adas que han pasado y pasarán por tu vida.

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  9. Soy de las que creen que " tout es écrit dans les étoiles".....

    Amigo Manuel, me quedo con lo que tu escribes y logras transmitir

    Un abrazo
    Maite

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!