viernes, 3 de septiembre de 2010

¡AL SOL DE LA BELLEZA! ¡LA PRIMAVERA! IV


( capítulo cuarto )


Su cultura anclada en la “divine gauche” servía a Ada para relativizar nuestras salidas con gente pija. La parrilla del Plaza y el Royal Bus en la Gran Vía. Bernard Hilda’s Orchestra en el Castellana Hilton, el Gas Light, la Boîte, el Gitanillo’s de cerca de la calle Mayor, que no el bar inglés que estuvo en la de Claudio Coello. También la discoteca enclavada en Moncho Street y el Tartufo de detrás de la Gran Vía, entonces avenida de José Antonio. En todos ellos bebíamos y reíamos como jóvenes cachorros, regocijadamente.


El amigo golfo se llamaba Carlos y gustaba de practicar la caza mayor en los cotos frecuentados, los jueves por ser día de libranza, las criadas dedicadas al servicio doméstico. Pongamos por caso, los bajos del cine Salamanca, los del cine Barceló, o los palcos del cinema Alcalá. Había otros cazaderos, pero fuera “del barrio” por antonomasia, y Carlos no quería ser visto por Tetuán de las Victorias, Ventas o el mismo Argüelles. De Vallecas sólo sabía que tenía un puente, al igual que el Pozo del Tío Raimundo tenía un cura comunista.


Ada sabía ver el lado tierno de su amigo, que contaba sus andanzas con donaire y desparpajo. Carlos se reía de sí mismo y no dudaba en ridiculizarse al narrar sus gracias y desgracias. Jugador de póker en timbas de tahúres semiprofesionales que le sacaban los cuartos que afanaba en su casa, Carlos conoció prestamistas y compradores de objetos robados. A éstos últimos llevaba algún bibelot, libros viejos de su padre e incluso sortijas de familia. Siempre con deudas, siempre de buen humor, siempre con copas, bien llevadas eso sí, y siempre dispuesto a ayudar a los amigos “normales”.

¿Quién no ha necesitado un apartamento para una tarde, un coche para un fin de semana o cuarenta duros para gasolina? Carlos proveía de todo con elegancia y nunca reclamaba nada. No como los matatías y mohatreros, de quienes recibió, en mala hora y por personas interpuestas, alguna paliza.

 Un día de cocido en Malacatín, en el Rastro, un compañero progre recriminó a Ada su amistad con el pijo de Carlos. Ella, con su voz de trigo recién molido, reprodujo así la última de Carlitos:

-"salgo de casa a recoger a una yankee que me ligué en el bar de Filosofía y Letras y de la Manila de Callao me la llevo a bailar al club Castelló. Pide la gringa media combinación tras otra. Yo con mi Ballantines, venga a dar vueltas al hielo, a ver si cundía. Bailo, sin conseguir arrimar material de combate. Pido la nota y... advierto que no llevo encima la cartera. Se lo digo al maître"

-"Por Dios, D. Carlos... ya pagará Vd. otro día... si no le importa dejarme el carnet de identidad... ya sabe... es la norma".

Carlos continuó su loco discurso:

- ...dejo a la tal Ruth en su residencia y me voy a buscar pasta al Corral de la Morería. Puri, la del tabaco, me presta quinientas del ala y me dice: "Carlitos, no te vayas, que estoy esperando un hijo tuyo..." Hago la estatua. Ella se pone a llorar. Me pide que la espere a terminar el segundo pase del espectáculo de La Chunga. Quiere que la deje en casa. Aguardo. Aparece un empeñero y me trinca la pasta, toda. A las cuatro a.m. llevo a Puri hasta unos bloques que Banús había construido por donde da la vuelta el aire. Intento despedirme. Puri insiste en que suba. ¡Qué remedio! Ya en el piso se me echa encima un hermano de la mancillada, con un garrote de feria de tamaño natural...».

Ada no quiso seguir. Como muestra basta un botón. Preguntó al progre si las reuniones de la FUDE eran tan amenas como las historietas o fantasías de su amigo. ¡Quiá!


Ada tenía un amigo, hermano de amiga, que gustaba de alternar con mujeres de la noche en los cabarets de moda. El Biombo Chino, Alazán (“encanto y belleza”), Micheleta, Las Palmeras, Casablanca, Pasapoga, Riscal, la piscina Stella en el verano. L’éléphant blanc, también, en los bajos del cine Coliseum. El putero señorito decía que las chicas de alterne eran más generosas y honestas que las doncellas casaderas. Alguna vez llevó a Ada a las sesiones de tarde de esos clubes (“señoritas gratis”).

7 comentarios:

  1. Hola Manuel en este relato me gusta todo lo que cuentas de esa etapa estudiantil , sobre todo por las juergas.
    Las juergas eran de primera clase jajaja, con el grupo de colegas y menudo maestro Don Carlos, se conocía todos los antros de Madrid y Ada , con todos ellos aprendió latín y griego jajaja.

    Bueno amigo Manuel esperando el siguiente capitulo me tienes ya otra vez, esperando nuevos capitulos.
    Lo del cura comunista me tiene intrigada, Y lo de las señoritas gratis también.

    Un abrazo de MA para ti.

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  2. He visitado tu punto de vista, pero no puedo dejar comentario porque no soy miembro. Bueno, te comento aquí, está bien tu autorretrato. Y muchas de las fotos que puede ver.

    Buen fin de semana,

    Andri

    Ps:Volveré para leerte.

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  3. Recorriendo de tu mano, las andanzas, venturas y des-venturas de una época de juventud y golfería absoluta y maravillosa, que tiene mucho de recuerdos y mucho de atentas escuchas.
    Besos con sabor a añoranzas.

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  4. Una época maravillosa que coincide con importantes cambios internos, vamos, la edad del fuego, al menos para mí.

    Besossss.

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  5. SÍ, QUERIDA ANIKI: LIBERTAD Y FUEGO...EN BUSCA DEL CAMINO INTERIOR...¡EL JUEGO DEL FUEGO AMOROSO! ¡GRACIAS!

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  6. QUERIDA ANDRI: MUCHAS GRACIAS POR TUS VISITAS AL BLOG Y A LA GALERÍA DE FOTOS. TRATARÉ DE INVITARTE A IPERNITY, SI TE APETECE...BESOS PARA TODA LA SEMANA ENTRANTE

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  7. ¡CLARO, MARÍA! Las atentas escuchas pueden ser recuerdos tan vívidos como un buen sueño. ¡GRACIAS!

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Pienso que l@s comentarist@s preferirán que corresponda a su gentileza dejando yo, a mi vez, huella escrita en sus blogs, antes bien que contestar en mi propio cuaderno. ¡A mandar!