Un oficinista anduvo en malos pasos y se enredó en amoríos con una chica de alterne. Se llamaba Fructuoso y perdió familia y empleo además de sus ahorrillos.
Una madrugada despertó conturbado y, al tacto, notó que la moza de fortuna no estaba en la cama. Se levantó y leyó en el espejo, escrita con pintalabios y letra infantil de suripanta del pueblo, esta despedida: «Bienvenido al club del sida».
El cagatintas no tuvo valor para hacerse los análisis, pero sí para tirarse por la ventana del apartamento. Cayó en flor y se quedó como un pajarito.
Vivir la vida tiene eso, malos pasos y buenos pasos.
ResponderEliminarLa vida es una ruleta que gira y gira.
Unas veces plena de gozos y otras tormentos. Triste final el del Cargatintas , hay muchos así que se les va la pinza, todo por no tomar las debidas precauciones en el amor jeje,con la salud no de juega.
Abrazos de MA para ti amigo.
Amiga MA, en mis tiempos de cantor en la Tuna universitaria cantábamos a grito "pelao":"...por no tomar las debidas precauciones, agarró unas horribles purgaciones..." Ahora es terrible ¡el sida!
ResponderEliminarLa historia del cagatintas es real...¡me la contó un taxista! Abrazos higiénicos
Me encantó. Muy bueno. WOW! El amor del bueno no es fácil de hallar.
ResponderEliminarUn beso,
Andri
A veces me dejas los ojos como platos.
ResponderEliminarTerrible historia, aún aceptando vuestra canción de tuna.
Besos con sorpresa.
Querida Andri, una vez, érase que era hubo... ¡un amor!
ResponderEliminar¿Cuánto duró? ¿Quién lo mató?...UN BESO
Querida María: a los lectores hay que atraparlos por los "confroncios". Como quiera que yo tengo exclusivamente lectoras...¿por dónde debo atraparos?...
ResponderEliminaruna posible continuación, con permiso del autor y amigo....
ResponderEliminar¿cómo que solo lectoras, monsieur?...
Posible minicapítulo dos.
"One more time"
Mientras ascendía mediante la rápida sucesión de unos aleteos todavía inexpertos, Fructuoso alias “el pajarillo” se percató de que todo él estaba revestido de plumas, pequeñas sí, pero plumas reales que tapizaban su cuerpo y formaban dos alas que lo impulsaban a lo alto.
Siguió subiendo con atropellados movimientos y cuando ya estaba bastante alto en los cielos, divisó de repente y más arriba aún, una figura humana que resplandecía.
Se dirigió hacia ella, casi con la esperanza de encontrar respuesta a lo sucedido en el hotel…. Poco tiempo le costó llegar ante la figura inmensa que a él le parecía, iba creciendo por instantes, era San Pedro. La sonrisa del apóstol frenó en seco el vuelo del pajarillo.
Aún cuentan las gentes que en realidad San Pedro quito hierro al asunto de las "benditas" curvas de terciopelo y la fatalidad que en ellas se originó.
Para demostrárselo, el Apostol -denegada por ahora la entrada en la "eternidad"-, y mientras se carcajeaba del “pajarillo”, le enseño el culo en rápido movimiento para a continuación, mandarlo de vuelta a la tierra.
Fue breve el contacto entre ambos. Un infinito espacio de tiempo que inundó de nubes la minúscula cabeza de Fructuoso. Ya dicen que, años más tarde, recordaba con deleite y franca sonrisa, que una vez el mismísimo San Pedro le enseño el culo, para darle a entender que a lo mejor podría seguir camino unos años más.
Para Manuel, en la ciudad.
La historia del amigo Fructuoso se convirtió en leyenda urbana. Por aquí se cuenta, sobre todo en los bares que no tienen alma.
ResponderEliminarPero nadie tiene pruebas.
Ni el pintalabios.
Abrazos con agua del grifo
Amiga de la máscara "larisiana", ahora lo entiendo, pues mi calle tiene un oscuro bar y húmedas paredes...¿Te acuerdas de cuando bebíamos agua? Abrazos betadinianos.
ResponderEliminarA veces se toman decisiones erroneas,hay que prevenir!
ResponderEliminarUn abrazo.
Quizá sea mejor no hacer nada, al viejo estilo Tao...
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