( SEXTO CAPÍTULO )
La única mujer que hacía lo mismo que los hombres era la Maura. También reía y fumaba como ellos. Ni mi madre, ni doña Encarnita, la señora y dueña de la dehesa, ni Marisa, su señorita de compañía, se mezclaban con los caballeros salvo en las comidas y en las misas.
El entorno femenino se completaba con las guardesas. La hija de los que cuidaban la Casona se llamaba Pilar Treviño y era muy simpática y guapa. Candelaria se ocupaba de la casita de la playa. Tenía dos o tres hijos rubios y descalzos.
Pepe, el de la tartana, cantaba muy bien flamenco. Creo que de él me viene la afición que aún conservo por el cante. Pepe Pinto, Juanito Valderrama, Manolo Caracol, Antonio Molina, Carmen Morell y Pepe Blanco, estaban de moda entonces, cuando Manolete murió en Linares, cornada que cogió a mi familia en Campoamor. Yo no tengo memoria de estar en este mundo cuando acaeció aquel duelo nacional. Igual que a la llegada a Barajas de Jorge Negrete, prototipo de macho mexicano que revolucionó mucho al personal femenino de la pacata España.
A propósito de la tartana diré que aún me persigue una leyenda familiar que atribuye a mi descuido la caída desde el carruaje de mi hermano pequeño, entonces de pocos meses de edad. Yo recuerdo que fué en la cuesta de los pinos, pero no estoy seguro de ser yo quien llevara en brazos a mi hermanillo. Sea como fuere, el porrazo no tuvo consecuencias y Valeriano mide ahora casi dos metros, el angelito.
Uno de los aviadores que jugaba al póquer, llamado, si mal no me equivoco, “la pava”, alguna mañana de playa nos entretuvo con su avioneta de entrenamiento pegándonos pasadas en vuelo invertido. La cabeza del “jodío” piloto pasaba casi rozando, lo prometo, los cables del teléfono o del telégrafo, que no sé de qué eran, porque me parece que, en los primeros años de nuestros veraneos mediterráneos, no había teléfono en la finca. Por cierto que, una vez, un zagal llevó un recado al patrón de la finca, creo que de parte de la fábrica de chocolates Tárraga. La partida de dominó estaba caliente y el recadero no recibió propina. Entonces el chavea va y dice “don Antonio, y si me preguntan cuánto me ha dado usted de propina ¿qué les digo yo?”.
Vaya! Maura era desafiante al romper con los estereotipos, no?
ResponderEliminarSabes? lo del flamenco ha despertado mi curiosidad pues me llama mucho la atención, en verdad tienes esa afición?
Un abrazo.
Qué mundo aquel de mujeres correctísimas y machos ibéricos; La Maura, esa sí que debía saber... y, sobre todo, saber vivir...
ResponderEliminarDon Manuel, y si me preguntan de dónde ha salido este excelente y entrañable relato ¿qué les digo yo?
QUERIDA ETARIM: ¡ME GUSTAN LAS PERSONAS QUE SE SITÚAN, SIN PRETENDER ESCANDALIZAR A NADIE, AL MARGEN DE LOS CONVENCIONALISMOS! SÍ, CONSERVO MI GUSTO POR LA COPLA ESPAÑOLA...A VECES ME HACEN TU MISMA OBSERVACIÓN...AL PARECER MI IMAGEN DE "INTELECTUAL" NO CASA CON EL CANTE...¡BOBERÍAS! GRACIAS Y ABRAZOS
ResponderEliminarQUERIDA "PROFE": SUGERENCIA QUE FORMULO A PETICIÓN DEL RESPETABLE, A QUIEN TANTO QUIERO Y QUE TANTO ME QUIERE. ¿CÓMO TE SUENA ALGO ASÍ, CON MÚSICA DE RANCHERA : "LLEGUÉ DE UN MUNDO RARO, NO SÉ DEL AMOR, NO SÉ DEL DOLOR,...Y NUNCA HE LLORADO"?
ResponderEliminarTE ESPERO EN EL ESLAVA, TOMANDO CAFÉ.
MIL Y UN BESOS Y GRATITUDES...