Aprendo a usar un telefonillo portátil. Les dicen “móviles” o "celulares". Si llamo a una mujer de las nuevas siempre se acaba su batería a poco de empezar a hablar.
Las chicas me dicen:
- Te llamo luego, cuando llegue a casa.
Deben dormir en el parque porque el móvil no suena luego. ¿Cuándo es luego?
Una hora. Pasa una hora de la acostumbrada para la cena.
- Ahora no puedo hablar. Voy conduciendo, no tengo manos libres ni apenas cobertura y la batería se está muriendo.
Pido un vino y apunto en mi cuadernito. Sumo. En los últimos tiempos, desde que desperté en la clínica, he invertido en esperar el advenimiento de ellas quinientas veinticinco horas con cuarenta minutos. Toda una vida.
- ¿Quedamos ya para mañana?
- Mejor te llamo luego. Cuando llegue a casa.
Nada.
Al día siguiente manda un mensajito de letras:
- Lo siento. Estaba cansada y me dormí viendo la tele.
Natural.
- Quedaste en llamarme.
- No pude. A mi prima le dio un cólico nefrítico. La llevé a urgencias en Alcalá.
- Voy en un taxi. La calle está cortada y hay un tapón enorme. No me esperes. Te llamo luego.
He pasado de ser el hombre que duerme, a ser el hombre que espera.
- No me esperes que tengo que sacar al perro.
- Ya. Claro. Lo que pasa es que ya he esperado una horita. ¿Me la devuelves? insinúo.
- Ahora no puedo. Te llamo luego. No tengo saldo. Me dice.
- ¿Por qué no me llamaste ayer? me dice
- Quedaste en llamar tú, contesto.
- ¿Y eso que tiene que ver?, replica.
- No quería agobiarte, susurro.
- Corazón, contigo nunca se sabe. ¡Eres más rarito!, termina.
- A ti te pasa algo… ¿Tienes novia? acusa
- Ya sabes que no.
- Hay algo que no te gusta de mí.
- No es eso. Me gusta todo de ti menos tú cuando te pones imposible.
- ¡Anoche me colgaste!, me dice ella.
- No quería discutir. Nos hubiéramos dicho cosas irreparables, le digo yo.
- Pues dímelas ahora, añade.
- Cuando me veas triste y malhumorado, todo lo que tienes que hacer es quitarte la ropa. Tu desnudez me hace vulnerable, contesto.
Aburrido y solitario repaso los mensajes que he recibido hoy:
- Sí, pero más tarde. No tengo batería…
- ¿Ya se te pasó el cabreo?
- Anoche te encontré muy raro. Espero equivocarme.
- ¡Hola! Ayer me lié y después me fui a la camita. Besitos muchos.
- Hazme una perdida, que estoy en el trabajo.
- Salí del fisio y te hice una perdida. Cené y me dormí.
- Toc… toc… ¿Me llamas luego?
- En ké stás pensando en ste instante?
- Gracias por todo. Igualmente.
- Cuando kieras.
- Hola! Ya te has olvidado de mí…? Besos.
- ¿Duermes?
- ¿Te veo mañana?
- Pienso en ti y…
- ¡He soñado contigo!
- Mañana te veré.
Pero nunca llega ese mañana.
- ¿A qué hora vendrás?
- A la que tú quieras, contesta.
- Quiero ahora.
Todas estas frases hechas me parecen un atentado contra la Lengua Española ,amén de una ausencia total de comunicación....
ResponderEliminarSi esto es el avance tecnológico....siempre defenderé " la vive voix " y las canciones de Edith Piaf
Besos
¡OH, SORDO! ¡OH, CIEGO! ¡OH, MUDO!
ResponderEliminarMUCHAS GRACIAS, DESDE LA MESETA HASTA L'0CÉAN..
"Te digo que es una mala táctica ¿o es estrategia? esperar una llamada. Hay que hacerse el longui y el indiferente, reirse del telefonillo y dejarlo olvidado por ahí; en ese estado zen es cuando los hechos que deseamos nos rondan de cerca. Y me ha gustado el ritmo de la retahíla de excusas".
ResponderEliminarAMALTEA DIXIT
Muy bueno , escribes estupendo! Un abrazo.
ResponderEliminar¡GRACIAS MIL! Y ELLO LO DICE UNA GRAN POETISA..
ResponderEliminar¡QUÉ HONOR!
Los telefonos son vendedores de almas ¡qué cosa más triste!
ResponderEliminarHola.
¡BIEN VISTO, INEVITABLE EVITA!
ResponderEliminar¡QUÉ CERCA DEL ALMA UN TRASTO QUE SOSTIENEN LAS MANOS! MALOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA...