( el autor en La Habana )
Sin remedio, que no lo tengo.
Me pregunta una lectora:
- ¿Por qué no escribes de una vez por todas un libro gordo?
Como tampoco tengo propósito de la enmienda, voy a explicarme ahora.
Mi escritura, aunque me esté mal el escribirlo, está en la órbita de la cortedad en el decir –Gracián- y obedece a la estética de lo menos.
Estas obritas mías evitan ocupar muchas horas de mis lectores, que a buen seguro las necesitan para otros menesteres.
Además, cierto pudor me impide publicar nada que sea más extenso de lo que yo acostumbro a leer. Soy présbita y mi ánimo también está cansado. Y cada edad tiene su literatura.
A mis años gusta más y cuesta menos leer poesía que prosa. Las novelas que merecen la pena, leídas fueron por mí cuando podía hacerlo a la luz de una vela.
Así lo veo yo: si te gusta escribir, hazlo breve y lee poco mientras rellenas cuartillas. Si prefieres la ficción, toma algo de tu memoria, aunque no tenga trama ni desenlace. La memoria conserva lo que debe ser archivado y sabe más de ti que tú mismo. Tu caletre no podrá inventar nada mejor que lo realmente vivido.
Otra cosa: lo complicado es conciliar las ganas de vivir con los deseos de escribir.
Por último, si lo que cuenta es el tamaño, junten mis lectoras una docena de estos relatos, de los que troceo en capítulos por entregas, y tendrán un instrumento de buen porte.
Me pregunta una lectora:
- ¿Por qué no escribes de una vez por todas un libro gordo?
Como tampoco tengo propósito de la enmienda, voy a explicarme ahora.
Mi escritura, aunque me esté mal el escribirlo, está en la órbita de la cortedad en el decir –Gracián- y obedece a la estética de lo menos.
Estas obritas mías evitan ocupar muchas horas de mis lectores, que a buen seguro las necesitan para otros menesteres.
Además, cierto pudor me impide publicar nada que sea más extenso de lo que yo acostumbro a leer. Soy présbita y mi ánimo también está cansado. Y cada edad tiene su literatura.
A mis años gusta más y cuesta menos leer poesía que prosa. Las novelas que merecen la pena, leídas fueron por mí cuando podía hacerlo a la luz de una vela.
Así lo veo yo: si te gusta escribir, hazlo breve y lee poco mientras rellenas cuartillas. Si prefieres la ficción, toma algo de tu memoria, aunque no tenga trama ni desenlace. La memoria conserva lo que debe ser archivado y sabe más de ti que tú mismo. Tu caletre no podrá inventar nada mejor que lo realmente vivido.
Otra cosa: lo complicado es conciliar las ganas de vivir con los deseos de escribir.
Por último, si lo que cuenta es el tamaño, junten mis lectoras una docena de estos relatos, de los que troceo en capítulos por entregas, y tendrán un instrumento de buen porte.
Me ha encantado esto de " lo complicado es conciliar las ganas de vivir con los deseos de escribir", cuánta verdad.
ResponderEliminarBesos
Pilar, querida, trato de entrar en tu blog para agradecer tus afecto pero...estas guerras entre las multinacionales de la Red me lo impiden. Allá va mi cariño, con el aroma de unas rosas!
ResponderEliminar