Caigo en brazos de Morfeo y empiezo con la soñadera. Dormía en un delta de bancos de arena y gritaba sin cesar: ¡qué sueño tan desgraciado, qué sueño tan desgraciado! Dormía con los ojos abiertos. Mi mente no dejaba en paz a mi cuerpo. ¿Qué puedes hacer?, decía: ¡Estás perdido! Mirar a ella es todo fuego. Si vuelves la cabeza, cuitas y más cuitas. ¿Qué vas a hacer? ¿Por qué no pasas las cosas de una luz a otra luz?
¿DE QUÉ LUCES HABLAS?...
ResponderEliminarDE LAS LUCES DE LA ENTRAÑA DE LA POESÍA...
ResponderEliminar" Dormía con los ojos abiertos "
ResponderEliminarAsí es fácil desorientarse, ensoñar desgracias y que la mente no encuentre más luz que la de los lamentos.
Saludos, con párpados cerrados!