(selfie de mis dos pies, el izquierdo y el derecho)
Desperté desnudo y sin recuerdos.
Mi cuerpo estaba cubierto tan sólo por una bata de hospital, de esas que te dejan con el culo al aire. Mi memoria, vacía. Boca arriba, yerto de cuerpo y yermo de espíritu, respiré con la tripa. Tenía un ladrillo en el estómago y la lengua como lija del número tres.
El médico preguntó:
- ¿Cuál es su último recuerdo?
Contesto:
- No lo sé. ¿Cuánto tiempo llevo aquí?
El galeno insiste:
-¿Qué es lo último que usted recuerda?
Se estaba poniendo pesado. Respondí:
- Una casita muy chiquitita con muchas flores en el jardín.
El hombre de la bata blanca humaniza su rostro y dice:
- En ella vivía usted, supongo. ¿Dónde estaba esa casa?
Contesto:
- Que no doctor, que es la letra de una canción.
Este tío está casado con su opinión. Porfía:
- Usted tiene que recordar algo y es su deber ayudar a solucionar su caso.
Preferí no decirle al neurólogo que a mí me importaba un pito solucionar mi caso y decidí darle una pequeña sorpresa:
-¿Es usted un hombre del gánster conocido por MoMo?
Bostezo. Pido al hombre de las preguntas que me deje dormir un rato. Cierro los ojos y me hago un autodiagnóstico. Claro que tengo recuerdos. Lo que pasa es que son deseos y no sé si se cumplieron o no. Da igual. No pienso averiguarlo.
Me acuerdo de ella. ¡Dios! Tacones, manos, medias. Su falda, sus zapatos, su blusa, su melena, su cuello con sus rizos. Me acuerdo de ella con el corazón, no con la memoria.
Un portazo impío me obliga a abrir los ojos . Es el director del manicomio. Me anuncia que en la caja fuerte de su despacho está depositado un convoluto con ochocientos billetes de los grandes. Míos son.
Un portazo impío me obliga a abrir los ojos . Es el director del manicomio. Me anuncia que en la caja fuerte de su despacho está depositado un convoluto con ochocientos billetes de los grandes. Míos son.
Vaya por dios! No parece muy colaborador, así nunca vovlerá a la realidad ¿Querrá volver?
ResponderEliminarMuy bueno Manuel, me encantó este relato.
Saludos.
Muchas gracias, amiga Yashira, por tu elogioso comentario.
EliminarTe mando un saludo muy cordial.
Menudo dilema.
ResponderEliminarEl amor le lleva a la locura y el dinero a la buena vida.
Así ,sin recuerdos, se puede vivir de nuevo otra historia.
El dinero no da la felicidad, pero ayuda.
Un placer leer tu post, querido amigo
y maestro de letras.
Un abrazo y feliz vida.
MA.
El blog de MA.
Querida amiga MA, conforme uno va envejeciendo nos volvemos más sabios y más locos.
EliminarVaya tela.... Y solo 800?,,,, he he... Un saludo desde Murcia....
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