(ilustración George Grosz )
(...es continuación )
-Porque no me da la real gana
convertirme en la mujer de mi mujer que, para colmo, tendría que ser tu ex-mujer. Y te digo más: al final te perderán tu mala cabeza y
tu jodida ambición.
El primate armado y rampante estaba
muy cabreado. Cada vez más. El muy insolente va y me dice:
-Si quieres morir ya ¿se te ocurre
manera menos dolorosa
que un tiro en la boca?
Le había tenido al borde del k.o. y
el muy cabrón seguía en pié por mi puta manía de dar lecciones de
moral. Probé a atizarle un
crochet emocional en pleno hígado:
-Eso es cosa de suerte. No te pongas
sentimental.
Había llegado la hora de fajarnos
cuerpo a cuerpo. O él o yo. Me atreví a añadir un golpe por debajo de la
cintura:
-Quizá yo no haya sido más que el
polvo de venganza de tu mujer. ¡Suelta
el arma coño!
El tipo que me encañona con su revólver se crece y me vacila:
-Y tú, muerto de hambre… ¿no hubieras
preferido fracasar como corredor de apuestas, en vez de hacerlo como chulo de putas?
No soy hombre de lecturas. Pero hay
ocasiones en que tirar
de un clásico puede desarmar al más pintado:
-La duda puede ser una atadura tan
jodida como el amor. Tú tienes
un problema. Un problema muy serio, diría yo: te cagas ante una mujer sexualmente consciente.